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«El mundo de la creación»
K no permitiría que Mary Zimbalist fuera con él a la India ese invierno, puesto que el año anterior ella había estado enferma mientras se encontraba allá.
Mary se preguntaba si volvería a verlo alguna vez, tan frágil se había vuelto él. «Si estuviera a punto de morir, le telefonearé inmediatamente», le aseguró K. «No moriré de repente. Estoy bien de salud, mi corazón, todo está bien.
Todo es decidido por alguien más.
No puedo hablar de ello.
No me está permitido, ¿comprende? Es mucho más serio.
Hay cosas que usted no conoce.
Inmensas, y no puedo decírselas.
Es muy difícil encontrar un cerebro como éste, y debe continuar tanto como el cuerpo pueda hacerlo, hasta que algo diga basta».
Cuando Mark Edwards fotografió a K el 19 de octubre, cuatro días antes de que éste partiera a la India, encontró que su aspecto era notablemente bueno.
Sin embargo, durante la semana que pasó en Nueva Delhi, K durmió muy poco y apenas si comió alguna cosa, de modo que cuando llegó a Rajghat el 2 de noviembre, el Dr. Parchure, que lo estaba aguardando, lo encontró terriblemente débil.
Desde ese día hasta la muerte de K, el médico ya jamás se apartó de su lado y llevó un registro de su estado de salud.
Mientras estuvo en Rajghat, K llevó a cabo una de sus principales tareas en la India, la de hallar un nuevo Director («Rector», como se llamaba el puesto) para la Escuela de Rajghat.
Este resultó ser el Dr. P. Krishna, sobrino de Radha Burnier y Profesor de Física en la Universidad Hindú de Benarés quien, con el consentimiento de su Rector, accedió renunciando a su puesto en la Universidad para hacerse cargo, en febrero, de sus nuevos deberes en Rajghat.
En lugar de escribir cartas diarias a Mary Zimbalist, como lo había hecho en sus visitas anteriores a la India cuando ella no le había acompañado, K dictaba ahora, casi todos los días, cartas mucho más largas en casetes que le remitía por correo.
Esto se debía a su mano temblorosa.
El 9 de noviembre, le dijo desde Rajghat que su tensión sanguínea había bajado considerablemente y que sus piernas estaban tan «tambaleantes» que apenas podía caminar; el día anterior había rodado unos cuantos escalones al no poder subirlos.
El Dr. Parchure le había recomendado ciertos ejercicios y masajes con aceite en las piernas, por lo cual estaba seguro de que pronto se fortalecerían.
Sentía que ya no podía comer con los demás y tomaba todas sus comidas en la cama.
La gente venía a verle todo el tiempo en su habitación y allí se realizaban las discusiones. Pupul Jayakar, Nandini Mehta, Radhika Herzberger, Sunanda y Pama Patwardhan, se encontraban todos en Rajghat.
El día 11 sus piernas estaban mejor y en general se estaba sintiendo con más fuerzas.
Habló sobre la belleza del río cuando el sol se levantaba cerca de las 6,15.
Estaba leyendo Lincoln, de Gore Vidal y lo calificó de «realmente maravilloso».
A pesar de su debilidad, K ofreció dos pláticas públicas en Rajghat y participó en las discusiones con los síndicos de la India y algunos eruditos budistas, incluyendo a Jagannath Upadhyaya (1) .
El Gobierno de la India había entregado una subvención artística a G. Aravindan, un productor cinematográfico muy conocido, para que realizara una película de largo metraje basada en la vida de K, The Seer who Walks Alone (El Profeta que marcha Solo).
El filme se había comenzado el año anterior y las últimas secuencias se tomaron en Rajghat durante esta visita final de K.
Cuando K subió al Valle de Rishi a fines de noviembre, revelaba su debilidad, según el Dr. Parchure, durante sus paseos vespertinos, cuando «se inclinaba tanto hacia la derecha que podía caerse».
También estaba sintiendo fuertemente el frío, probablemente a causa de su pérdida de peso.
K dijo a Mary que ni las mantas ni una botella de agua caliente podían mantenerlo abrigado por las noches, la temperatura ambiente estaba por debajo de los 9º C incluso en las mañanas.
Comía a solas en su habitación, tal como lo había hecho en Rajghat y también se proponía hacerlo en Madrás.
Pero no parecía aún tener idea de lo enfermo que estaba porque, el 4 de diciembre, le dijo a Mary que el 20 de enero iría desde Madrás a Bombay y que partiría de Bombay hacia Londres el 12 de febrero; que después de permanecer cuatro días en Brockwood volaría a Los Ángeles, de modo que volvería a verla el 17 de febrero (que, de hecho, era el día en que iba a morir).
El 11 dijo que se sentía mucho más fuerte; sus piernas se estaban poniendo «un poco más firmes».
A mediados de diciembre, maestros de todas las escuelas Krishnamurti se reunieron en el Valle de Rishi para una deliberación.
Scott Forbes, uno de los que vinieron desde Inglaterra, quedó penosamente afectado por el deterioro físico de K.
Más tarde habría de escribir: Las personas en el Valle de Rishi estaban muy conscientes de su debilidad y todos los estudiantes y profesores eran muy amables y, cautos con él.
Había en el aire una sensación de presagio.
Ninguno quería hablar abiertamente de ello -al menos no a mí- pero había muchos y obvios indicios de que nadie esperaba que Krishnaji regresara alguna vez al Valle de Rishi.
El tiene que haber estado preparando a la gente para esto, porque poco a poco se aceptó que probablemente ya no volvería a la India.
(1) El Futuro es Hoy (Kier, 1992).
Radhika estuvo haciendo de anfitriona para todos, manejando esta deliberación y tratando de cuidar a Krishnaji y, al mismo tiempo, de afrontar sus propias y continuas responsabilidades en la escuela. Recuerdo haber pensado varias veces que ella hacía esto muy bien y que estaba manejando una situación muy, muy difícil, de la mejor manera que podía hacerse (1)
Para sorpresa de todos, K participó en la deliberación de los maestros, hablando en ella tres veces y «poniendo toda la cosa sobre una base diferente de radiante grandeza», según dijo uno de los maestros de Inglaterra.
En la última intervención, K preguntó si existía una inteligencia no nacida del conocimiento y, por ende, libre de interés propio.
Trazó una distinción entre mente y cerebro, siendo éste un mecanismo físico, esencialmente la sede del pensamiento.
La mente era por completo diferente de esto y no estaba involucrada en el pensamiento como tiempo.
Preguntó: «¿Está el tiempo implicado en la bondad?» Y planteó que, contrariamente a la experiencia humana, el bien no estaba relacionado con el mal, ni como una reacción a éste ni como un estado primordial.
Recordó a los presentes que habían estado discutiendo asuntos tales como el curriculum, cuál era para K todo el propósito de las escuelas: cómo dar origen a un cerebro nuevo y qué significaba florecer en la bondad (2) .
K también habló solamente para los niños cuando estuvo en el Valle de Rishi.
Recalcó, como lo había hecho con nosotros en 1924 cuando estuvimos en Pergine, que lo peor era crecer mediocres.
Uno podía alcanzar la más alta posición en la tierra y seguir siendo mediocre.
Era una cuestión de ser, no de realización.
Hubo alguna discusión entre Radhika Herzberger y Scott acerca de un pequeño centro de estudios que, financiado por Friedrich Grohe, iba a construirse en el Valle de Rishi.
Pequeños centros también habrían de construirse en Rajghat y en Uttar Kashi, en los Himalayas cerca de Dehradoon, sobre una parcela de terreno que habían obsequiado a la Indian Foundation y que era inaccesible en invierno.
Friedrich también financió estas construcciones.
Durante estas discusiones, una abubilla, pájaro que tiene un pico largo y una alta cresta, solía posarse en el antepecho de la ventana del dormitorio de K, picoteando el vidrio y deseando entrar.
Había hecho esto en otras varias visitas de K.
Él nunca la había alimentado y el pájaro no parecía tener razón alguna para querer entrar; sin embargo, siempre andaba cerca de ahí.
K le hablaba y decía que al pájaro le gustaba el sonido de su voz.
Estaba ahí, como de costumbre, picoteando el vidrio en esta última visita de K.
Uno puede escucharlo nítidamente si presta atención al casete de las deliberaciones (3) .
El 19 de diciembre, dos días antes de viajar a Madrás, K decía a Mary en el casete que diariamente grababa para ella: Estoy, perdiendo mucho peso.
Al parecer, me fatigo muy rápidamente.
A mediados de enero usted sabrá si no voy, a Bombay y/o si tomo el vuelo en la línea aérea Singapur de Madrás a Singapur y, de Singapur a LA [Los Ángeles].
Eso me gusta: no bajar en Heathrow-Londres y luego, cinco días después, tomar otro avión a LA... veremos qué pasa.
Estoy verdaderamente bien, es un hecho, ningún problema de corazón, ningún dolor de cabeza; mi cerebro está bien, funciona, muy bien y el hígado y todo lo demás está bien, pero al parecer no puedo continuar recuperando peso.
Lo estoy perdiendo, de modo que lo sensato podría ser ir a Singapur y directamente sobre el Pacífico... pero como le escribo todos los días, le hablo todos los días, usted lo sabrá.
Veremos qué pasa.
Cuanto menos viaje mejor; todo me cansa ahora.
Hay interrupciones en esta grabación cuando K habla a lo que, evidentemente, es la abubilla: «Entra, estoy aquí, ven.
Ven, vieja, estoy de este lado.
Ven y siéntate. (Lo siento, estoy hablando a los pájaros). ¡Tienes ojos muy penetrantes!, ¿verdad?»
Para el día 21, como le dijo a Mary, K había cancelado sus pláticas en Bombay, y tomó la decisión de volar a Los Ángeles vía Singapur. «No puedo perder peso», siguió diciendo, «he perdido una cantidad considerable y, si pierdo algo más me debilitaré tanto que no podré caminar.
Eso no convendría en absoluto».
Ahora K había pedido a Scott Forbes que fuera con él a Ojai en vez de regresar a Europa con los demás maestros, que cambiara su pasaje (el de K) y el del Dr. Parchure para viajar por la Singapore Airlines y que consiguiera uno para sí mismo.
Afortunadamente, Scott tenía una tarjeta American Express con la cual pudo hacer estos arreglos.
K no podía afrontar el frío en Europa.
Quería partir directamente apenas finalizaran las pláticas de Madrás y las reuniones de los síndicos que seguirían a las mismas.
El Dr. Parchure dispuso que K consultara a un médico eminente tan pronto llegara a Madrás.
Ahora sólo pesaba 44 kilos y tenía fiebre.
El médico, sospechando algo maligno, quiso realizar unos exámenes clínicos pero K se negó a hacer nada que pudiera perturbarle durante las pláticas.
En vista de esto, decidió ofrecer tres en lugar de cuatro pláticas públicas vespertinas en los jardines de Vasanta Vihar, y pidió a Scott que adelantara la fecha de su
(1) De un largo relato sobre la enfermedad de K, escrito por Scott Forbes después de la muerte de K. (2) De una carta de Stephen Smith a la autora, escrita después de la muerte de K. (3) Archivos de la Indian Foundation y AB.
partida al 10 de enero en vez del 17.
(«El casi estaba corriendo de regreso a Ojai para entregarse al cuidado del Dr. Deutsch», según registró el Dr. Parchure).
Enfermo como estaba, en los anocheceres continuó paseando por la playa desde la casa de Radha Burnier" A principios de enero, todos los que estaban en Vasanta Vihar fueron a Madrás para el estreno de la película de Aravindan, que había sido terminada en un tiempo notablemente corto. Hay en el filme algunas tomas muy, bellas, aunque es una lástima que no se identifiquen los lugares por los que vemos a K paseando y hablando (1) .
K finalizó su tercera plática del 4 de enero de 1986, la última que habría de ofrecer jamás, con las palabras: La creación es algo de lo más sagrado.
Es la cosa más sagrada que hay en la vida, y si ustedes han convertido en una confusión la vida que viven, cámbienla.
Cambien esa vida hoy mismo, no mañana.
Si están inseguros, descubran por qué y estén seguros.
Si el pensar de ustedes no es correcto, piensen correctamente, lógicamente.
A menos que todo eso esté preparado, establecido en ustedes, no podrán penetrar en este mundo de la creación.
Esto se termina.
[Estas palabras, más aspiradas que pronunciadas, son casi inaudibles en el casete. No pudieron haber sido escuchadas por el auditorio].
Después, tras una larga pausa, agregó: «Esta es la última plática. ¿Quieren permanecer sentados juntos y tranquilos un rato?
Muy bien, señores, quédense un rato sentados en silencio» (2) .
En la revisión de la Indian Foundation que siguió a las pláticas, K insistió en que las casas donde había vivido no debían convertirse en lugares de peregrinaje, en que no debía desarrollarse ningún culto en torno a él.
Y pidió que en las normas y reglamentos de la Fundación se insertara el siguiente memorándum: Bajo ninguna circunstancia, la Fundación o cualquiera de las instituciones bajo sus auspicios, ni miembro alguno de las mismas, se erigirá en autoridad con respecto a las enseñanzas de Krishnamurti.
Esto está de acuerdo con la declaración de Krishnamurti en el sentido de que nadie, en ninguna parte, deberá considerarse una autoridad en Krishnamurti o en sus enseñanzas (3) .
(1) Se consigue un video de esta película en AB. (2) EFB, edición especial, 1986, y El Futuro es Hoy. (3) Boletín de la Indian Foutidation, 1986/3.
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