miércoles, 2 de agosto de 2023

VIDA Y MUERTE DE KRISHNAMURTI - ESCRITO POR MARY LUTYENS - 10 -

 10 

«Prosigo mi camino»

 Después de la disolución de la Orden, el Castillo de Eerde y todos sus terrenos, excepto 400 acres sobre los que se levantaba el campamento, fueron devueltos al Barón van Pallandt, mientras que los lotes de tierras en Australia y el anfiteatro en el extremo del puerto de Sydney, se devolvieron a sus donantes. 

Aunque K fue a Adyar con Mrs. Besant ese invierno y, por consideración a ella, mantuvo una apariencia de armonía con la Sociedad Teosófica, renunció a la Sociedad cuando, antes de finalizar el año, Mrs. Besant reabrió la Sección Esotérica en todo el mundo. 

Sin embargo, el amor personal que ambos sentían el uno por el otro, jamás tambaleó. 

Al salir de la India en febrero de 1930, llamándola «Mi propia amada Madre», le decía: «Yo sé, y ello no me importa, que C.W.L. [Leadbeater] está contra mí y contra lo que digo pero, por favor, no se inquiete al respecto. 

Todo esto es inevitable y, en cierto sentido, necesario. 

Yo no puedo cambiar y supongo que ellos no cambiarán y, en consecuencia, hay conflicto. 

No importa lo que un millón de personas diga o no diga; sé con certeza lo que soy y prosigo mi camino». 

Leadbeater en Sydney decía ahora que «El Advenimiento ha fracasado»; Arundale, que concedería a K «un nicho en el Panteón Teosófico pero nada más»; Raja, que la enseñanza de K era «un color más en el espectro»; y Wedgwood, que Mrs. Besant estaba «fuera de juicio», de modo que cuando decía que la conciencia de Krishna se había fundido con la del Señor Maitreya, no podía confiarse en ella

 (1) . Centenares de personas se sintieron angustiadas por la disolución de la Orden. 

Una de ellas fue Lady De La Warr, que habría de morir en 1930.

 Miss Dodge permaneció leal a K hasta su muerte acaecida cinco años después. 

La persona que más sufrió fue probablemente Lady Emily, no tanto por la disolución de la Orden como por la declaración de K en el sentido de que no quería seguidores. 

Por dieciocho años ella había estado aguardando que él dijera: «Sígueme»,y dichosamente habría abandonado hogar, marido y familia; ahora su existencia se había vuelto por completo carente de propósito. 

En su autobiografía, Candles in the Sun, escribió: «Krishna había logrado trascender el amor personal, pero yo no pude hacerlo. 

No era que él no amara, pero ya ninguna persona era necesaria para él. 

Había alcanzado el amor universal. 

Como él mismo decía: ‘El amor puro es como el perfume de la rosa, que se brinda a todos. 

Al sol no le importa a quién alumbra... 

La calidad del verdadero amor, del amor puro, no conoce distinciones tales como esposa y marido, hijo, padre, madre’». 

Lady Emily sentía que esto era demasiado abstracto para ayudar de algún modo a aquellos que tenían que vivir en el mundo con responsabilidades de familia, sentía que en realidad K estaba escapando de la vida. 

El trató con muchísima paciencia de mantenerla a su lado, y le escribió desde Ojai: Lamento que usted se sienta así con respecto a lo que digo. 

El éxtasis que experimento es el resultado de este mundo. 

Yo quería comprender, quería conquistar el dolor, esta pena del desapego y el apego, la muerte, la continuidad de la vida, todo lo que el hombre sufre día tras día, quería comprenderlo y conquistarlo. 

Lo he hecho. 

Por tanto, mi éxtasis es verdadero e infinito, no un escape. 

Conozco la salida de esta incesante desdicha y deseo ayudar a la gente a salir fuera del pantano de este sufrimiento. 

No, esto no es un escape. 

Ella le contó entonces lo desdichada que se sentía por haberlo decepcionado, a lo cual él le contestó: «Querida mamá, no estoy ‘decepcionado’ de usted, ¡qué cosas dice y escribe! 

Sé por lo que está pasando, pero no se preocupe por ello... 

Sólo tiene que transferir el énfasis que pone en las cosas. 

Mire, uno no debe tener creencias, ni siquiera ideas, porque ellas pertenecen a toda clase de reacciones y respuestas... 

Si usted está alerta, libre de ideas, creencias, etc. en el presente, entonces puede ver infinitamente, y esta percepción es felicidad». 

Pero ella quedó más confundida que nunca cuando se le dijo que no debía tener creencias ni ideas. 

Los campamentos anuales en Ommen y Ojai estaban ahora abiertos al público y no menos concurridos que antes porque atraían a una clase diferente de auditorio: aquellos que se interesaban en lo que K tenía que decir, antes que interesarse en lo que él era. 

Tal como K mismo lo deseaba. 

Estando en Ommen, K se alojaba ahora en una cabaña especialmente construida para él. 

(Algunas personas habían construido cabañas entre los pinos). 

Las donaciones para su labor continuaban afluyendo. Rajagopal se encargaba de todos los asuntos financieros, arreglaba sus giras y se ocupaba de la impresión de sus pláticas por el Star Publishitig Trust: Rajagopal también editaba el International Star Bulletin (Boletín Internacional de la Estrella). 

Después del campamento de Ommen en 1930, K viajó con Rajagopal a Atenas, Constantinopla y Bucarest, donde lo habían invitado para ofrecer pláticas públicas. 

Desde Atenas escribió a Lady Emily: «Jamás he visto nada más bello, más simple e impresionante que el Parthenon. 

Toda la Acrópolis es maravillosa, soberbia, y todo lo demás que existe como expresión del hombre es vulgar, mediocre y confuso.

¡Qué personas tan prodigiosas eran

 (1) Estas declaraciones fueron hechas en: Theosophist junio 1931; ibid, diciembre 1931; Theosophy in India, 1931, y Wedgwood a Lady Emily, octubre 1929. 

aquellos pocos griegos!» 

Las únicas obras de arte que lo habían conmovido tanto fueron, La Victoria Alada en el Louvre y una cabeza de piedra del Buda en el Museo de Boston. 

(En marzo de 1924, K había escrito en el Herald un artículo sobre esta cabeza del Buda). 

En Bucarest tuvo dos entrevistas privadas con la Reina María de Rumania, nieta de la Reina Victoria, quien lo invitó al palacio para verlo. 

También allí tuvo que tener, día y noche, una escolta policial, puesto que algunos estudiantes nacionalistas católicos habían amenazado con matarle. 

Él consideraba las precauciones policiales como un gran juego. 

En enero y febrero de 1931, estuvo hablando en Yugoslavia y Budapest; dondequiera que viajara, sostenía tanto entrevistas privadas como pláticas públicas. 

En una de estas pláticas, ofrecidas en Londres en el mes de marzo, se pudo advertir un sutil rumbo nuevo en la enseñanza de K y un cambio en su estilo: En todas las cosas, en todos los hombres, reside la totalidad, la integridad de la vida... 

Por integridad entiendo la libertad de la conciencia, una conciencia libre de la individualidad. 

Esa integridad que existe en todas las cosas no puede progresar, es absoluta. 

Es inútil el esfuerzo para adquirirla, pero si ustedes pueden comprender que esa Verdad consiste solamente en la eliminación de los obstáculos que se interponen, entonces existe una comprensión intemporal. 

Esto no es una negación. 

Casi todas las personas temen no ser nada. 

Cuando hacen un esfuerzo lo consideran positivo, y al esfuerzo lo llaman virtud. 

Cuando hay esfuerzo no hay virtud. 

La virtud no requiere esfuerzo. 

Cuando uno es nada, uno es todas las cosas, no por engrandecimiento, no por poner el acento en el «yo», en la personalidad, sino por la continua disipación de esa conciencia que crea poder, codicia, envidia, afán posesivo, vanidad, miedo y pasión.

 Sintiéndose sosegados constantemente, se vuelven ustedes del todo conscientes, y entonces liberan la mente y el corazón y conocen la armonía, que es integridad (1) . 

Cuando, como escribió a Raja, un reportero le preguntó si era el Cristo, su respuesta fue: «Sí, en el puro sentido, pero no en el sentido tradicional, aceptado de la palabra». 

Más tarde dijo a Lady Emily: «Usted sabe, madre, que nunca lo he negado [ser el Instructor del Mundo]; sólo he dicho que no importa qué o quién soy yo, sino que ellos deben examinar lo que digo, lo cual no significa que haya negado ser el I.M.». 

K jamás habría de negarlo. En agosto llegaron las noticias de que Jadu, quien había permanecido en EE.UU. ese año, había muerto de una apoplejía. 

Su muerte fue un golpe para K, que se había sentido muy cerca de él.

Después de más viajes y del campamento de Ommen, en octubre K regresó exhausto a Ojai con la decisión de tomarse un descanso completo en lugar de viajar a la India. 

Los Rajagopal tenían ahora una niña, Radha, con quien K llegó a encariñarse mucho. 

Cuando la familia fue a Hollywood, donde Rajagopal tenía que someterse a una extracción de amígdalas, K se quedó solo por primera vez en su vida. 

El 11 de octubre escribió a Lady Emily desde la Cabaña de los Pinos, donde estaba viviendo durante la ausencia de los Rajagopal: «El estar así, solo, me ha dado algo tremendo, y es exactamente lo que necesito. 

Hasta ahora, todo ha llegado en mi vida en el momento justo. 

Mi mente está muy serena pero concentrada y la estoy observando como un gato observa a un ratón. 

Estoy disfrutando realmente de esta soledad y no puedo expresar en palabras lo que siento. 

Pero tampoco, me engaño a mí mismo. 

Seguiré haciendo esto por los próximos tres meses o hasta cuando lo necesite. 

Ello jamás puede terminar, pero quiero poner fin a todas las superficialidades que tengo». 

Añadía que cuando los Rajagopal regresaran, iría a la cabaña para servirse sus comidas en una bandeja. 

Parece haber sido a partir de esta época en qué vivió solo, que K perdió casi por completo sus recuerdos del pasado. 

Esto fue coherente con lo que sostuvo luego en su enseñanza: que la memoria, excepto para fines prácticos, era un peso que no debía arrastrarse de un día para el otro. 

Es sólo por las cartas de K a Lady Emily, que conocemos algo del estado de su mente a principios de los años 30. 

En marzo del año siguiente, le escribía: «Estoy tratando de construir un puente a fin de que otros puedan cruzarlo, no para alejarse de la vida sino para tener una vida más rica... 

Cuanto más pienso en lo que he [comprendido], más claramente puedo exponerlo y ayudar a construir un puente, pero eso toma tiempo y exige un cambio constante de las frases a fin de que transmitan el verdadero significado. 

Usted no tiene idea de lo difícil que es expresar lo inexpresable, y lo que se expresa no es la verdad». 

Toda su vida trató de expresar lo inexpresable en diferentes palabras y frases. 

Lejos de sentirse llevada por K, Lady Emily se mostraba sumamente crítica con él, diciéndole lo que sin duda mucha gente pensaba y decía a sus espaldas sin el valor de decírselo abiertamente. 

En septiembre de este año, por ejemplo, ella le escribía: Pareces sorprendido de que la gente no te comprenda, ¡pero yo debería estar mucho más sorprendida si no lo hicieran! 

Después de todo, estás desbaratando todo aquello en que siempre han creído, derribando sus cimientos y poniendo en su

(1) ISB, junio 1931. 

lugar una nebulosa abstracción. 

Tú mismo dices que lo que afirmas es indescriptible y que no puede ser comprendido hasta que uno lo descubre por sí mismo. 

¿Cómo esperas, entonces, que ellos te comprendan? Tú hablas desde otra dimensión y has olvidado por completo qué es vivir en un mundo de tres dimensiones... 

¡Estás abogando por una completa destrucción del ego a fin de alcanzar algo acerca de lo cual nada puede uno saber hasta que lo alcanza! 

Es natural que la gente prefiera sus egos, de los cuales algo conoce...

Ningún problema humano significa nada para ti porque careces de ego, y tu abstracción de la bienaventuranza nada significa para la gente que sigue deseosa de vivir en el mundo tal como lo conoce

 (1) . El mismo día que ella le escribía esto, él le escribía durante una gira por los EE.UU.: «Estoy lleno de algo tremendo. No puedo expresarle en palabras lo que eso es, un gozo desbordante, un silencio vívido, una percepción intensa como una llama viviente...

He estado probando curar con mis manos, dos o tres casos, y les he pedido que no dijeran nada acerca de eso, que ha resultado bastante bien. 

Una señora que estaba por volverse ciega quedará, así lo creo, perfectamente». 

K tenía, indudablemente, algún poder de curar pero siempre se mostró muy reticente al respecto, pues no quería que la gente acudiera a él como un sanador físico. 

En respuesta a una pregunta que le formularon en una reunión, había contestado: ¿Qué preferirían ustedes: un instructor que pueda mostrarles el modo de mantenerse permanentemente íntegro o uno que pueda curarles momentáneamente sus heridas? 

Los milagros son fascinantes juegos de niños. 

Los milagros ocurren todos los días. 

Los médicos están realizando milagros. 

Muchos amigos míos son curadores espirituales. 

Pero aunque ellos puedan curar el cuerpo, a menos que puedan integrar la mente y el corazón, la enfermedad volverá. 

Me interesa curar la mente y el corazón, no el cuerpo. 

Sostengo que ningún gran Instructor realizaría un milagro, porque ello significaría una traición a la Verdad (2) . 

En su juventud, K tenía ciertamente poderes de clarividencia que él podría haber desarrollado, en vez de eso, deliberadamente los suprimió. 

Cuando las personas acudían a él por ayuda, no quería saber acerca de ellas más de lo que ellas mismas estaban dispuestas a revelarle.

Casi todos venían a él llevando una máscara, decía K: él esperaba que se la quitaran; si no lo hacían, no trataba de ver tras esas máscaras más de lo que hubiera tratado de leer en sus cartas privadas (3) . 

Hasta que estalló la guerra, la vida de K fue viajar, viajar y viajar ofreciendo pláticas y sosteniendo entrevistas privadas dondequiera que fuera, con intervalos de descanso en Ojai. 

Pidió a Lady Emily que le enviara los títulos de algunos libros sobre asuntos corrientes que, a juicio de ella, él debía leer, y también la obra The New Statesman and Nation (El Nuevo Estadista y la Nación). Ella así lo hizo, pero él no tenía realmente tiempo de leer nada sino novelas policiales, puesto que en esa época estaba ocupado personalmente en contestar una enorme correspondencia y en corregir sus propias pláticas antes de que se publicaran. 

En todas partes donde iba hacía nuevos contactos, nuevos amigos, hablaba con una gran variedad de personas, obteniendo de ello un conocimiento de lo que pasaba en el mundo, mucho más valioso que el que pudiera obtener de cualquier libro. 

En noviembre de 1932, K viajó con Rajagopal a la India. 

Mrs. Besant estaba enferma y su mente decaía con rapidez, pero se las arregló para estar presente en la Convención Teosófica de Adyar, a la que asistieron tanto Leadbeater como K. 

K tuvo una larga charla con Raja, como relató a Lady Emily: «Todos ellos tienen una frase que repiten de memoria: tú vas por tu camino y nosotros por el nuestro, pero nos encontraremos... 

Creo que ellos no querían que yo viniera aquí. Hay un marcado antagonismo... Adyar es hermoso, pero la gente está muerta».

Después de la Convención, K recorrió la India, volviendo a Adyar en mayo de 1933; allí vio a Mrs. Besant por última vez en su camino de regreso a Europa. 

Ella apenas si lo reconoció y estuvo muy afectuosa. 

(Mrs. Besant murió el 20 de septiembre) (4) . 

Por cuarenta y siete años, K no habría de regresar a los Cuarteles de la Sociedad Teosófica. 

La vez siguiente que K y Rajagopal fueron a Adyar, tres meses después de la muerte de Mrs. Besant, se alojaron por primera vez en Vasanta Vihar, en el 64 de Greenways Road, una casa rodeada de seis acres de terreno que acababa de ser construida para servir como Sede Central de K en la India. 

Se hallaba en el lado norte del río Adyar, mientras que la propiedad de la Sociedad Teosófica (de 260 acres) estaba en el lado sur y se extendía hacia el mar. 

Vasanta Vihar era una casa mucho más grande de lo que K había deseado, y Lady Emily lo regañó por haberla edificado tan próxima a la residencia teosófica. 

K contestó que él y Rajagopal habían considerado que

 (1) Las cartas de Lady Emily a Krishnamurti se encuentran en los AKFA con copias en AB. 2 ISB, junio 193 1. 3 Comunicación de Krishnamurti a la autora. 4 George Arundale se convirtió en el siguiente Presidente de la Sociedad Teosófica y, a su muerte en 1945, le sucedió Raja, quien mantuvo el puesto hasta pocos meses antes de morir en 1953. 

Madrás era el mejor lugar «para la imprenta, la gente, los operarios, etc.», y éste era el único terreno que pudieron encontrar. 

«Nosotros no tenemos nada contra la S.T. y sus principios», agregaba. «Yo no estoy luchando contra ellos, sino contra las ideas, los ideales del mundo». 

En esta misma carta rogaba a Lady Emily que lo criticara lo más que pudiera: «Cuanto más crítico es uno, tanto más podemos entendernos el uno al otro». 

Ella tomó ventaja de esto y casi no dejaba de criticarle, si bien sus cartas estaban al mismo tiempo llenas de amor por él. 

Durante esta visita a la India, K fue en automóvil al Valle de Rishi, a 170 millas al oeste de Madrás donde, como puede recordarse, en 1928 se habían comprado tierras para su labor. 

J.V. Suba Rao fue el primer Director de la escuela co-educacional que se había abierto allí, y habría de permanecer como tal por treinta años mientras la escuela crecía y florecía. 

Durante sus visitas, K hablaba cinco horas por día a los maestros. 

La educación fue, durante toda su vida, uno de los intereses más apasionados de K 

Siempre amó a los niños y sentía que si ellos pudieran ser educados para florecer plenamente sin prejuicios, religiones, ideologías tradicionales, nacionalismo y espíritu competitivo, podría haber paz en el mundo. 

Pero, ¿dónde encontrar a los maestros? Para un adulto era, obviamente, más difícil librarse de su condicionamiento, que para un niño permanecer incondicionado. 

Esto implicaría una completa transformación de uno mismo.

Abandonar los propios prejuicios era, virtualmente, abandonar la propia personalidad, teniendo presente que, para K, ideales como el patriotismo, el heroísmo y la fe religiosa eran todos prejuicios. 

En este campo de la educación había en K una anomalía. 

El esperaba que las escuelas fundadas por él alcanzaran la «excelencia académica» sin la competencia. 

Esto habría sido posible si los padres no hubieran insistido en que sus hijos recibieran títulos universitarios; en la India, particularmente, un título era esencial para obtener un buen empleo.

 Al comienzo de 1934, siguieron pláticas en Australia y Nueva Zelanda. 

La prensa australiana fue muy amistosa, no así los miembros de la Sociedad Teosófica. 

Leadbeater acababa de morir en Perth durante un viaje de regreso desde Adyar donde había asistido al funeral de Mrs. Besant. 

K se encontraba en Sydney cuando el cuerpo de Leadbeater fue enviado allá para su cremación, y relató a Lady Emily que había ido al servicio fúnebre pero que permaneció fuera de la capilla. 

«Las personas del Manor están perplejas con su muerte y preguntan quién va a decirles cuánto han avanzado [en el sendero] ahora que él ha desaparecido». 

En Nueva Zelanda los diarios fueron aún más amistosos. 

Sin embargo, no se le permitió hablar por radio porque era «anti-religioso». 

«Bernard Shaw, que está de visita, dijo a la gente que eso era un escándalo, que yo soy un gran instructor religioso. 

Me escribió al respecto. 

Desdichadamente, no me encontré con él. 

Tuve extraordinarias reuniones y hubo muchísimo interés. 

Pienso que los amigos de allá lo seguirán manteniendo». 

Ese año, de regreso en Ojai, K comenzó a aprender español mediante un curso Linguaphone preparándose para una gira por Sudamérica que había sido dispuesta para él. 

No había perdido nada de su exaltado entusiasmo; en noviembre, escribía a Lady Emily: «Estallo con la inmensidad del amor, o como sea que uno quiera llamarlo. 

Estoy embriagado inteligentemente, sabiamente. 

Es maravilloso, y tan absurdo ponerlo en palabras, ¡se vuelve tan banal! 

Imagine el estado de la mente del hombre que escribió el Cantar de los Cantares, el de Buda y Jesús, y comprenderá cuál es el mío. Esto suena más bien ampuloso pero no lo es, ¡es tan simple y devorador!». 

Al escribir esto, K evidentemente no estaba objetando una carta que Lady Emily le había enviado en agosto: ¿Cómo sabes que no has encontrado meramente un escape? 

No puedes afrontar la vida tal como es, en toda su fealdad; siempre has estado envuelto en algodones, figurativamente hablando, siempre has huido de la fealdad volando a los más bellos lugares. 

Siempre estás «replegándote». 

Has encontrado un escape que te produce éxtasis, pero eso lo han encontrado todos los místicos religiosos...

¿Cómo puedo yo, una extraña, saber que tú estás más en lo cierto que cualquiera de los otros que dicen haber alcanzado el éxtasis... Dios... la Verdad, etcétera? [No hay respuesta a esta carta]. 

A principios de 1935, después de hablar tres veces en Nueva York y de alojarse por algún tiempo con unos viejos amigos, Robert Logan y su esposa Sarah, que tenían una casa y una gran finca, Sarobia, cercana a Filadelfia, el 3 de marzo K partió con Rajagopal para Río de Janeiro. 

Este fue el comienzo de una gira de ocho meses, en la cual ofreció pláticas en Brasil, Uruguay, Argentina, Chile y, durante el viaje de regreso en la ciudad de México 

(1) . Centenares de personas que asistieron a estas pláticas no podían entenderlo porque hablaba solamente en inglés, pero al parecer quedaron «fascinadas». 

Comenzaba cada plática diciendo que no pertenecía a ninguna secta religiosa o partido político: «La creencia organizada es un gran impedimento», decía, «porque divide al hombre contra el hombre...

 Lo que yo quiero hacer es ayudarles como individuos, a cruzar la corriente del sufrimiento, de la confusión y el conflicto, mediante una completa y profunda realización». 

Hubo tanta publicidad en Montevideo (donde había sido invitado a hablar por el Ministro de Educación) y en Buenos Aires, con fotografías de él y transmisiones de radio, que no podía salir sin atraer una multitud. Al 

(1)Versiones fidedignas de las pláticas de Krishnamurti en América Latina y, México, revisadas por él mismo, fueron publicadas por el SPT en 1936). 

mismo tiempo, se publicaron muchos artículos contrarios a él en los periódicos católicos y hubo esfuerzos de los católicos para que se le deportara. 

K estaba sorprendido de que hubiera tanto interés y entusiasmo. 

Pero el punto sobresaliente de la gira fue para K el vuelo de una hora y veinte minutos cruzando los Andes en un avión Douglas bimotor (su primer vuelo) que él disfrutó cabalmente, a pesar de que le habían dicho que era «el vuelo más peligroso del mundo». 

En una de las pláticas hizo su primer pronunciamiento público acerca del sexo, en respuesta a la pregunta: «¿Cuál es su actitud hacia el problema del sexo que juega un papel tan dominante en nuestra vida cotidiana?» 

Contestó: El sexo se ha convertido en un problema porque no hay amor. Cuando realmente amamos, no hay problema, hay un ajuste al movimiento de la vida, hay comprensión. El problema del sexo surge sólo cuando hemos perdido el sentido del afecto verdadero, ese amor profundo en que no hay sentimiento alguno de posesión. Es sólo cuando nos hemos entregado completamente a la mera sensación, que hay múltiples problemas en relación con el sexo. 

Como casi todos hemos perdido el goce del pensar creativo, nos volvemos naturalmente a la sensación del sexo, el cual se convierte en un problema que corroe nuestras mentes y corazones. 

A K le llevó mucho tiempo recobrar sus fuerzas después del agotamiento de esta gira (al terminar la misma sólo pesaba poco más de 50 Kg), y para ello se tomó un descanso en Ojai y en Villars, Suiza. 

Sin embargo, en el invierno de 1936 estaba bastante restablecido como para viajar con Rajagopal a la India, donde ofreció una serie de pláticas en los jardines de Vasanta Vihar. 

Raja, que a pesar de las diferencias con K habría de mantener su amistad con él hasta su muerte en 1953, fue varias veces a verle.

 «Esta destrucción de lo viejo», le escribía K a Lady Emily en los comienzos de 1937, «de lo cristalizado, no es proceso de un día.

Tiene que haber una constante y directa percepción sin opciones.

 Estoy embriagado y conmovido con todo ello». 

«Percepción directa y sin opciones» eran palabras que K habría de usar frecuentemente de allí en adelante. 

Lady Emily no las comprendía, y necesitan realmente alguna clarificación. 

La opción indica una dirección determinada, una acción de la voluntad. 

K, tal como él mismo solía explicarlo, hablaba de percibir directamente, de instante en instante, todo lo que ocurría dentro de uno mismo, sin ningún esfuerzo para cambiarlo o dirigirlo. 

Era un asunto de observación pura, de un mirar que habría de conducir a la transformación propia sin que mediara esfuerzo alguno.

K estaba consternado por las condiciones de la India en esa época, la terrible pobreza, la miseria y el odio que imperaban y que los indios creían poder resolver mediante el nacionalismo. «Tenemos que encontrar gente nueva [para esta labor] y eso es difícil. Debemos empezar desde aquí como si nada hubiera ocurrido en los últimos diez años». 

K sostenía que ninguna reforma social pondría fin alguna vez a la desdicha humana; los seres humanos transformarían siempre cualquier sistema nuevo en lo que ellos mismos eran; a través de la historia, todos los movimientos revolucionarios utopistas habían vuelto al viejo orden de las cosas, porque las personas que participaban en ello no habían cambiado en absoluto; cualquier tipo de sociedad era el resultado del individuo y el individuo era el resultado de la sociedad; el individuo éramos usted y yo, la sociedad no podía ser transformada desde afuera; podía transformarse solamente mediante la completa transformación interna del ser humano, de cada uno de nosotros.

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