lunes, 31 de julio de 2023

VIDA Y MUERTE DE KRISHNAMURTI - ESCRITO POR MARY LUTYENS - 8 -

 8

 «Una constante agitación interna»

 Krishna permaneció en la India hasta mayo, cuando viajó a Inglaterra con Rosalind y Rajagopal. 

(Mi madre, Betty y yo habíamos partido a fines de enero cuando Helen y Ruth regresaron a Sydney). 

Pareció natural que Rajagopal ocupara el puesto de Nitya como Secretario Organizador de la Estrella. 

También se convirtió en el Tesorero Internacional de la Orden, una nueva designación. Era un organizador nato y Krishna estuvo muy complacido de dejar todos los asuntos financieros en sus eficientes manos. 

A pedido de Krishna, Rajagopal arregló una asamblea de tres semanas en el Castillo de Eerde a realizarse desde el 3 de julio, antes del campamento de Ommen; desde la West Side House en Wimbledon, se envió a amigos especiales una invitación en la que se les pedía el pago de 2 libras semanales para comida y alojamiento. Aceptaron asistir treinta y cinco personas de diferentes nacionalidades; entre ellas se encontraban Mar de Manziarly, John Cordes, Rosalind, Rajagopal y las tres Lutyens.

 El Castillo contaba ahora con electricidad y sistemas sanitarios instalados por el Trust (anteriormente habían sido lámparas de aceite y mazmorras que desembocaban directamente en el foso, donde carpas enormes devoraban lo que descendía hacia ellas), y las recámaras se habían convertido en dormitorios colectivos. Unicamente Krishna tenía una habitación para él solo. 

Durante los primeros tres días estuvo en cama con bronquitis, después nos hablaba todas las mañanas por una hora en el gran salón, sentado con las piernas cruzadas en el sofá, bajo un gobelino. 

Lady Emily, Mar y yo tomábamos notas en nuestros diarios, confirmando independientemente la creencia de que el Señor había hablado a través de él en varias ocasiones. 

El tiempo se mostraba perfecto, y éramos suficientes para organizar excitantes juegos de voleibol. 

«No hay nada tan hermoso en el mundo», escribí en mi diario, «como sentirse del modo en que una se siente aquí, realmente viva, física, mental y emocionalmente. 

Tener, como dijo K, ese sentido de bienestar en todo». 

Lady Emily registró en su diario que, en la charla del último día, Krishna «habló como nunca lo había hecho antes, y una siente que la conciencia de él y la del Señor se hallan tan completamente fundidas que ya no existe distinción alguna. 

El dijo: ‘Síganme y yo les mostraré el camino hacia el Reino de la Felicidad. 

Les daré, a cada uno de ustedes, la llave con la que podrán abrir la puerta del jardín’, y el rostro del Señor brillaba a través del rostro de Krishna». 

La mayoría de los amigos y seguidores de Krishna, ahora lo llamaban Krishnaji; el sufijo «ji» indica afectuoso respeto.

 Seguir llamándolo Krishna en este libro parece demasiado familiar, Krishnaji demasiado indio y Krishnamurti demasiado trabajoso, por lo tanto, en el resto del libro nos referiremos a él como K, que es el modo en que se refería a sí mismo. Cuando el campamento se inauguró el 24 de julio, el grupo de Eerde, con excepción de K que permaneció en el Castillo, se trasladó a tiendas de campaña entre los bosques de pinos, a una milla de distancia. 

Cerca de 2000 personas (1) asistieron al campamento, que estuvo bellamente organizado. 

Mrs. Besant, cuando vino a Europa a comienzos de julio, se dirigió directamente a Huizen. 

Sin embargo, ella y Wedgwood asistían a las pláticas del campamento mientras se alojaban en el Castillo. 

En el centro del Campamento había un anfiteatro hecho de ásperos troncos hachados, donde se hacían las reuniones cuando el tiempo era bueno; y todas las tardes, a la puesta del sol, se encendía allí la hoguera del campamento. 

Para este acto, K solía cambiar sus ropas por trajes de la India y encendía la pirámide de troncos que tenía 15 pies de altura, mientras cantaba un himno a Agni, el dios del fuego. 

Después, mientras el fuego ardía, K ofrecía una plática. 

En la tarde del día 27, Lady Emily, de acuerdo con su diario, supo «que al instante en que Krishna apareció, Él [el Señor] estaba ahí. 

Tan severo se veía él y tan lleno de poder». 

Mrs. Kirby, una italiana casada con un banquero inglés radicado en Génova, que conocía a K desde 1909 en Adyar y había estado con nosotros en Pergine, escribió que esa tarde había en la apariencia de K una dignidad inusitada y que el poder de su voz se fue incrementando y ésta sonaba más llena y profunda, hasta que «el Señor estuvo ahí y era Él quien hablaba... 

Cuando eso terminó, me descubrí temblando de pies a cabeza».

 Cuando ella lo vio a la mañana siguiente, «él estaba tan amable y afectuoso como siempre, y cuando le conté cómo toda su apariencia había cambiado, dijo: ‘Desearía haber podido verlo también’... Krishnaji se veía como si tuviera urgente necesidad de un descanso... ¡Qué vida, pobre Krishnaji! 

No hay duda de que él es el Sacrificio» (2) . 

A continuación se reproduce parte de su plática de esa tarde: Quisiera pedirles que vengan y miren a través de mi ventana, la que les mostrará mi jardín y mi morada. Entonces verán ustedes que lo que importa no es lo que hagan, lo que lean, lo que cualquier persona les diga que son o que no son, sino 

(1) El informe anual de la Orden de la Estrella de Oriente que corresponde a 1926, daba un total de 43.000 miembros en cuarenta países. Dos terceras partes de ellos también eran miembros de la Sociedad Teosófica. 2 Carta de María Luisa Kirby a R.G. Macbean, 31 de julio de 1926 (Theosophist 19 de julio de 1948). 

que tengan el intenso deseo de entrar en esa morada donde reside la Verdad... Quisiera que ustedes vinieran y la vieran; que vinieran y la sintieran... y no que me digan: «Oh, usted es diferente, usted está en la cumbre de la montaña, usted es un místico». 

Ustedes me dan frases y cubren mi Verdad con sus palabras. 

Yo no quiero que ustedes rompan con todo aquello en que creen.

 No quiero que nieguen su temperamento. 

No quiero que hagan cosas que no sientan que son correctas.

 Pero, ¿es feliz alguno de ustedes? ¿Ha experimentado alguno de ustedes la eternidad?... Yo pertenezco a todos, a todos los que realmente aman, a todos los que sufren. 

Y si ustedes han de caminar, tienen que caminar conmigo. 

Si han de comprender, deben mirar a través de mi mente. 

Si han de sentir, deben mirar a través de mi corazón. 

Y porque yo amo en verdad, quiero que ustedes amen. 

Porque en verdad siento, quiero que ustedes sientan. 

Porque estimo todas las cosas, quiero que ustedes estimen todas las cosas. 

Porque quiero proteger, ustedes deben proteger. 

Y ésta es la única vida digna de vivirse y la única Felicidad digna de poseerse

 (1) . 

Al final de la plática se vio a Wedgwood inclinándose hacia Mrs. Besant susurrándole algo. 

Apenas ella y K volvieron al Castillo, Mrs. Besant le dijo que había un poderoso mago negro, a quien ella conocía muy bien, el cual había estado hablando a través de él.

 K, completamente consternado, dijo que si ella pensaba realmente eso, él jamás volvería a hablar en público. 

En adelante, nunca más se mencionó al mago negro. 

Es el caso que yo estaba durmiendo en el Castillo esa noche, y K mismo, al hablarme de este incidente dijo: «Pobre Amma».

 Comprendía que la mente de Mrs. Besant estaba agotándose y que creía cualquier cosa que Wedgwood pudiera decirle. 

Mrs. Besant tomó la súbita decisión de ir con K a los EE.UU., donde no había estado desde 1909. 

Se arregló rápidamente una gira de conferencias para ella y partió con K, Rajagopal y Rosalind el 26 de agosto. 

En Nueva York subieron a bordo veinte reporteros, que se sintieron decepcionados al encontrar a K vestido con un impecable traje gris. Un periodista lo describió como «un tímido, muy asustado y bien parecido muchacho hindú». 

K estaba profundamente desconcertado por los titulares: «El culto de la estrella aguarda la gloria del Advenimiento del Señor»:«El nuevo Mesías en Ropa de Tenis»; «La Nueva Deidad llega en Traje Deportivo», etcétera. 

Al día siguiente, en el Hotel Waldorf-Astoria, cuarenta reporteros lo entrevistaron a solas. 

Sin la presencia de Mrs. Besant, K era mucho menos tímido. 

El New York Times informó que muchos de los que lo entrevistaban «trataban de atraparlo con preguntas astutamente formuladas; él evitó hábilmente todas las trampas y ganó su admiración saliendo triunfante de ellas». 

Tiempo después, K mencionó a menudo que por aquella época una compañía cinematográfica le ofreció 5.000 dólares semanales para que protagonizara una película sobre la vida del Buda. 

Esto le agradó porque le hizo sentir que podría ganarse la vida si llegara a necesitarlo. 

No fue sino hasta el 3 de octubre, después de que Mrs. Besant ofreciera treinta conferencias, que K se encontró con ella en San Francisco y tuvo la dicha de llevarla consigo a Ojai. 

Él había estado disfrutando de un descanso en Warm Springs, Virginia, junto con Rajagopal, y había permanecido fuera de Ojai cerca de un año. 

Dos días después de su llegada escribió a Lady Emily: «Aquí estoy, sin Nitya... 

Cuando entré a la habitación donde estuvo enfermo y en la cual murió, temo que mi cuerpo lloró. 

Es una cosa extraña el cuerpo. 

Yo no estaba realmente perturbado, pero mi cuerpo se encontraba en un estado extraordinario... 

Me estoy acostumbrando a su ausencia física, lo que es una cosa bastante difícil de hacer, pues aquí vivimos más que en cualquier otra parte, aquí sufrimos ambos y aquí fuimos ambos felices».

 Debido a una hinchazón dolorosa en el pecho (que con el tiempo desapareció), dos médicos de Hollywood prohibieron a K que viajara a la India ese verano como había planeado.

 Mrs. Besant decidió permanecer con él y escribió a Lady Emily rogándole que viniera a Ojai con Betty y conmigo. Betty acababa de ingresar al Real Colegio de Música y no deseaba ir, pero mi madre y yo emprendimos viaje dichosamente a fines de noviembre y pasamos cerca de cinco deliciosos meses en Ojai con K y Mrs. Besant, Rajagopal y Rosalind. K y Mrs. Besant jamás habían gozado juntos de un período tan largo, apacible y feliz.

 Por entonces, él estaba escribiendo poesía. Todas las tardes salíamos de paseo para ver la puesta del sol, que lo inspiraba tanto que solía regresar para escribir un poema (2) . 

Mientras estuvimos allí, conocimos la parte más humana de su ser: se irritaba mucho conmigo cuando me enseñaba a conducir su Packard, y más tarde se puso furioso con la preocupación cuando, para desquitarme, me llevé el auto por mi cuenta. 

En enero, lo que llamábamos «el viejo asunto» del dolor en el cuello y en la base de la espina dorsal, comenzó nuevamente, aunque ahora él parecía capaz de soportarlo sin «salirse de sí».

 Sólo después de que eso se terminaba, necesitaba relajarse, y entonces solía dejar su cuerpo por una hora aproximadamente, volviéndose un niño. 

En esto, yo era capaz de ayudarle. 

Cuando me acerqué a él por primera vez, el «elemental físico» me preguntó quién era yo, y entonces dijo: «Bueno, si eres una amiga de Krishna y Nitya, supongo que está bien». 

Cuando hablaba era como un niño de cuatro anos que me llamaba «Amma». 

El niño parecía sentir un gran temor

 (1) The Pool of Wisdom (La Fuente de la Sabiduría) (SPT, 1928). (2)  Su primer poema, "Himno del Iniciado Triunfante", se había publicado en el Herald en enero de 1923. Alrededor de 60 poemas más de él se publicaron tanto en el Herald como en forma de libro, hasta 1931, cuando dejó de escribir poesía.

 reverente por K y solía decir cosas como: «Ten cuidado, ya vuelve Krishna». 

Cuando K regresaba, no tenía recuerdo alguno de lo que el niño había estado diciendo. 

Cuando un día Lady Emily le preguntó qué entendía él por «amor posesivo», le contestó: «Todo el mundo es igual, todos piensan que tienen algún derecho especial, algún camino especial hacia mí». 

Esto ocurrió a lo largo de toda su vida: personas que creían poseerlo de alguna manera, que creían comprenderlo mejor que algún otro. En realidad, ¿alguna vez alguien lo comprendió plenamente? De lo que no cabe duda es de que nadie lo poseyó.

 El 9 de febrero K le escribió a Leadbeater: «Sé con certeza que estoy fundiéndome en la conciencia del Maestro y que Él ha de ocupar plenamente mi ser. Siento y sé también que mi copa está casi llena hasta los bordes y que pronto se derramará. 

Anhelo hacer felices a todos y lo haré». 

Poco después de su arribo a Ojai, Mrs. Besant compró para K 450 acres de terreno en la parte más alta del valle, con el fin de construir la escuela que él tanto deseaba. 

Luego, trató de reunir dinero para 240 acres en el extremo más bajo, para un Campamento anual como los de Ommen. 

Se constituyó un Fideicomiso más, la Happy Valley Foundation (Fundación del Valle Feliz) y se hizo un llamado para reunir 200.000 libras (1) . 

Finalmente, todo el dinero fue suscrito y se compró el terreno, pero la Happy Valley School (Escuela del Valle Feliz) tardó veinte años en inaugurarse. 

En abril, antes de salir de Ojai junto con K, Mrs. Besant emitió una declaración para la Associated Press de EE.UU., que comenzaba diciendo: «El Espíritu Divino ha descendido una vez más en un hombre, Krishnamurti, que en su vida es literalmente perfecto, como aquellos que le conocen pueden atestiguarlo», y terminaba: «El Instructor del Mundo está aquí». 

Antes del Campamento de Ommen de ese año, hubo una asamblea de un mes en el Castillo de Eerde. 

Uno de los grandes graneros que franqueaban la entrada al Castillo, había sido transformado en pequeños cuartos distribuidas en dos pisos, de modo que ahora había lugar para setenta personas. 

Durante la primera semana, K cayó otra vez con una fuerte bronquitis. Mientras estuvo enfermo, Lady Emily solía leernos en voz alta sus poemas, mientras él permanecía en la cama leyendo a Edgar Wallace. 

El 30 de junio se sintió lo bastante bien como para bajar y dar charlas. 

En la asamblea hubo muchas discusiones entre Lady Emily y Rajagopal acerca de la reorganización de la Orden. 

Puesto que tantas personas creían ahora que el Maestro había venido, los objetivos de la Orden ya no eran válidos. 

El 28 de junio se trazaron objetivos nuevos: «(l). Reunir a todos aquellos que creen en la presencia en la tierra del Instructor del Mundo. (2). Trabajar para Él en todas las formas necesarias a fin de que Él pueda realizar su Ideal para la Humanidad. 

La Orden no tiene dogmas, credos, ni sistemas de creencias. Su inspiración es el Maestro, su propósito dar cuerpo a Su vida universal». 

El nombre de la Orden se cambió: en vez de la Orden de la Estrella de Oriente, se llamaría Orden de la Estrella, y la publicación Herald of the Star (El Heraldo de la Estrella) se llamaría ahora Star Review (Revista de la Estrella). 

De ahí en adelante, cada país tendría que publicar su propia versión de la revista, pero habría además un International Star Bulletin (Boletín Internacional de la Estrella) publicado por el Star Publishnig Trust que había sido fundado en Holanda en 1926 y que por muchos años habría de publicar las pláticas de K.

 El tema de K de este año en Eerde, fue la Liberación, mientras que el año anterior había sido El Reino de la Felicidad. 

Lady Emily tomó algunas notas de lo que dijo: Deben ustedes liberarse no a causa de mí sino a pesar de mí... Toda esta vida y especialmente durante los últimos meses, he luchado para estar libre de mis amigos, de mis libros, de mis vínculos. Deben ustedes luchar por la misma libertad. Tiene que haber una constante agitación interna. Sostengan constantemente un espejo delante de ustedes y, si ven ahí alguna cosa indigna del ideal que ha crecido para sí mismos, cámbienla... No deben hacer de mí una autoridad. Si me convierto en una necesidad para ustedes, ¿qué harán cuando me vaya?... Algunos piensan que puedo darles un elixir que los hará libres, que puedo darles una fórmula que habrá de liberarlos; no es así. 

Puedo ser la puerta, pero ustedes deben pasar por la puerta y encontrar la liberación que está más allá... 

La Verdad llega como un ladrón en la noche cuando uno menos la espera. 

Yo quisiera poder inventar un nuevo lenguaje, pero como no puedo, quisiera destruir la vieja fraseología y los conceptos de ustedes. 

Nadie puede darles la liberación, tienen que encontrarla internamente, pero como yo la he encontrado, quisiera enseñarles el camino... 

El que ha alcanzado la liberación ha llegado a ser el Maestro, como yo mismo. 

Ella radica en el poder de cada uno para penetrar en la llama, para convertirse en la llama... 

Porque estoy aquí, si quieren llevarme en el corazón, les daré la energía para alcanzarla... 

La liberación no es para los pocos, los elegidos, los selectos. 

La propia filosofía de K estaba, por fin, empezando a emerger, para consternación de la mayoría de los que participaban en la asamblea, especialmente los miembros de la Sección Esotérica de la Sociedad Teosófica que

 (1) Cuando hizo este llamado, Mrs. Besant escribió en el Theosophist de abril: "Estoy arriesgando en esta nueva aventura una reputación basada en cincuenta y tres años de labor pública y todo un futuro financiero". 

estaban acostumbrados a que se les dijera lo que debían hacer y qué pasos habían dado en el Sendero. 

Él decía, en efecto, que los Maestros y todos los otros gurús no eran necesarios, que cada cual tenía que encontrar la Verdad por sí mismo. 

Durante la asamblea, habló mucho con Lady Emily acerca de su anhelo de convertirse en sannyasi. 

Decía de sí mismo que ésta fue la última gran tentación que tuvo que resistir. 

Arundale, Wedgwood e incluso Raja, que personalmente eran devotos de K, en esa época declararon desde Huizen, donde estaban parando, que no creían que la conciencia de K se hubiera fundido hasta ese momento con la del Señor, pero debía mantenerse un frente unido. 

K mismo había cambiado ahora su terminología: la fusión de la conciencia se había convertido para él en la «unión con el Bienamado», que era la liberación. 

Los viejos líderes teosóficos se aferraban desesperadamente a su poder; su influencia estaba siendo socavada. 

¿Qué ocurriría con su autoridad si no pudieran ya adiestrar pupilos para el discipulado y repartir pasos en el Sendero?

 ¿Cómo podrían seguir disertando sobre el «Advenimiento del Instructor del Mundo» si el Instructor estaba haciendo declaraciones revolucionarias que golpeaban el corazón mismo de la Sección Esotérica? 

Mrs. Besant estuvo nuevamente en el campamento ese año, pero con toda seguridad hubiera deseado asistir también a la asamblea. 

K debe haberla disuadido de venir, porque el 28 de julio, tres días antes de inaugurarse el campamento, ella le escribió desde Londres una carta patética: Querido mío... Por un tiempo considerable he sentido que la culminación vendría a Eerde este año, y deseaba mucho estar allí para este bello momento y no ser nada sino sólo una más entre tu propia gente, de modo que me he sentido más bien triste al no estar ahí con todas las personas afortunadas que han tenido esa gran bendición. Tonta de mí, tal vez, ¡pero ansiaba tanto estar ahí! No creo que sepas cuánto te amo, querido, debido a que no te rondo ni me agito en torno de ti. De modo que he vertido a solas unas cuantas lágrimas sobre mi mal karma. Tú no sabías que yo era una boba semejante, ¿verdad?, ni que deseaba con tanta urgencia estar allí, en vez de llegar solamente con la multitud (1) . 

El día previo a la inauguración del campamento, antes del arribo de Mrs. Besant, K dio su primera respuesta pública al interrogante que preocupaba a tantos: ¿Creía o no creía él en los Maestros y en la jerarquía oculta? Fue tal vez la más importante declaración sobre su propia posición que haya hecho nunca: Cuando yo era un niño pequeño, acostumbraba ver a Sri Krishna, con la flauta, tal como lo representaban los hindúes, porque mi madre era una devota de Sri Krishna... Cuando fui mayor y me encontré con el obispo Leadbeater y la Sociedad Teosófica, comencé a ver al Maestro K. H. -también en la forma en que me lo describían, la realidad desde el punto de vista de ellos-, y entonces el Maestro K. H. fue para mí la meta. Más tarde, conforme crecía, empecé a ver al Señor Maitreya. Eso fue hace dos años, y le veía constantemente en la forma en que me fue presentado... Ahora, últimamente, ha sido el Buda a quien he estado viendo, y ha sido mi deleite y mi gloria estar con Él. Se me ha preguntado qué es lo que entiendo por «el Bienamado». Daré un significado, una explicación que ustedes interpretarán como gusten. 

Para mí, el Bienamado es todo: es Sri Krishna, es el Maestro K.H., es el Señor Maitreya, es el Buda, y está aún más allá de todas estas formas. ¿Qué importa el nombre que uno le dé?...

 Lo que les inquieta es si existe alguien como el Instructor del Mundo, que se haya manifestado a sí mismo en el cuerpo de cierta persona: Krishnamurti; pero en el mundo nadie se preocupa de esta cuestión... Es algo desafortunado que tenga que explicarlo, pero debo hacerlo. 

Quiero que ello sea lo más indefinido posible y espero lograrlo. Mi Bienamado es los cielos abiertos, la flor, cada ser humano... Hasta que no fui capaz de decir con certeza, sin excitación indebida ni exageración con el fin de convencer a otros, que era uno con mi Bienamado, nunca lo dije. Hablaba acerca de vagas generalidades que todos deseaban oír. Nunca dije: Soy el Instructor del Mundo; pero ahora que siento que soy uno con mi Bienamado, lo digo, no para imprimir mi autoridad sobre ustedes, no para convencerles de mi grandeza ni de la grandeza del Instructor del Mundo, ni aun de la belleza de la vida, sino meramente para despertar en sus corazones y en sus propias mentes el deseo de buscar la Verdad. 

Si yo digo, y lo diré, que soy uno con el Bienamado, es porque lo siento y lo sé. 

He encontrado lo que anhelaba, me he unido a ello; por lo tanto, de aquí en adelante, no habrá separación, porque mis pensamientos, mis deseos, mis anhelos -los del yo individual-, han sido destruidos... 

Soy como la flor que da su perfume al aire de la mañana. 

Ella no se preocupa del que pasa por su lado... Hasta ahora han estado dependiendo de la autoridad de los dos Protectores de la Orden [Mrs. Besant y Leadbeater], o de algún otro que les revele la Verdad, mientras que la Verdad reside dentro de ustedes... 

No es bueno que me pregunten quién es el Bienamado. 

¿De qué sirven las explicaciones? 

Porque ustedes no comprenderán al Bienamado hasta que sean capaces de verle en cada animal, en cada brizna de hierba, en cada persona que sufre, en cada individuo(2) . 

Mrs. Besant fue al campamento desde Huizen, acompañada de Raja y Wedgwood. Aunque su principal discurso durante las reuniones fue «El Instructor del Mundo está aquí», ella no podía conciliar lo que K decía actualmente, con su idea preconcebida acerca de lo que diría el Señor. 

Regresó a Huizen el 15 de agosto, y de este modo perdió una plática que K ofreció dos días después a los trabajadores voluntarios que habían ayudado a organizar el campamento. 

Las pláticas eran registradas habitualmente en taquigrafía y luego publicadas, pero no

 (1) AKFA. (2) Who Brings the Truth (Quien Trae la Verdad) (SPT, 1928). 

hay registro oficial de ésta (probablemente fue suprimido por consideración a Mrs. Besant). 

Sólo tenemos una frase anotada en el diario de Lady Emily: «Ustedes no pueden ayudar hasta que ustedes mismos estén más allá de la necesidad de ayuda». 

Informes de esta plática llegaron hasta Mrs. Besant y la trastornaron grandemente, y también, según dijo, trastornaron a muchos otros. 

K, que se hallaba descansando en Villars con Rajagopal, escribió a Mrs. Besant diciéndole que no podía recordar lo que había dicho. 

«Me temo que todos ellos se oponen a pensar por sí mismos», agregaba, «y es mucho más fácil descansar cómodamente en los pensamientos de otros... 

Madre, nosotros dos debemos permanecer juntos y nada más importa». 

Pero, de acuerdo con Peter Freeman, M.P., Secretario General de la Sociedad Teosófica en Gales: «Él [K] nos dijo que nunca en su vida había podido leer un libro teosófico, que no podía entender nuestra ‘jerga’ teosófica y que, aun cuando había oído muchas conferencias teosóficas, ninguna de ellas le había convencido del conocimiento que tenían de la Verdad»(1) . 

Después de Villars, K fue a París donde había prometido posar para el escultor Antoine Bourdelle. Bourdelle, por entonces de sesenta y seis años, se sintió inmediatamente cautivado por K.

 «Cuando uno escucha hablar a Krishnamurti, queda asombrado» (2) , se cuenta que dijo, «tanta sabiduría en un hombre tan joven... Krishnamurti es un gran sabio y, si yo tuviera quince años, lo seguiría» (3) . 

K no estuvo presente cuando Rajagopal y Rosalind se casaron el 3 de octubre en un registro civil de Londres, a lo cual siguió una ceremonia religiosa en la Iglesia Católica Liberal de St. Mary. Mrs. Besant entregó a Rosalind al novio. Era Mrs. Besant quien había impulsado el matrimonio a fin de que Rosalind pudiera viajar decorosamente con K, si bien es cierto que Rajagopal estaba profundamente enamorado de ella. 

Arya Vihara, en Ojai, habría de convertirse en el hogar de ambos. K no recordaba lo que había pensado acerca de este matrimonio. Sin embargo, sus sentimientos en relación con el matrimonio en general habían cambiado por entonces, ya no lo consideraba un desastre.

 (1) The Last Four Lives of Annie Besant, (Las Cuatro Últimas Vidas de Annie Besant), A.H. Nethercote (Hart-Davis, 1961). 2 El busto de K hecho por Bourdelle, considerado entre sus obras más bellas, se encuentra hoy en el Museo Bourdelle de París. 3 Entrevista con Bourdelle en L’Intransigéant, marzo de 1928.

VIDA Y MUERTE DE KRISHNAMURTI - ESCRITO POR MARY LUTIENS - 7 -

 7

 «Un viejo sueño ha muerto»

 Cuando el marido de Lady Emily se enteró del plan de Sydney, se opuso fuertemente, pero cuando Miss Dodge ofreció pagar tanto el pasaje de regreso de su esposa como los de las cuatro muchachas, no hubo nada que pudiera hacer para impedir el viaje sin el riesgo de romper su matrimonio. 

Es dudoso que Krishna se percatara de su oposición porque, aunque se mostrara contrario al matrimonio para los aspirantes al discipulado, no era un destructor de hogares. 

Krishna y Nitya, con Lady Emily y las cuatro muchachas emprendieron viaje a Bombay desde Venecia, el 2 de noviembre. (Rajagopal había regresado a Cambridge para cursar su último año). 

El día que finalizaba el viaje, Nitya súbitamente expectoró sangre. 

Los siguientes doce meses iban a ser para Krishna un período de gran ansiedad por este muy amado hermano. 

En la India, nos detuvimos primero en Adyar y luego en Delhi, antes de continuar hacia Sydney al año siguiente. 

A poco de llegar a Adyar, donde encontramos a Madame de Manziarly, Mar y Yo, «el proceso» de Krishna comenzó otra vez, ahora sin la ayuda de Helen que, con Ruth, había viajado directamente a Sydney. 

Tampoco tuvo ninguna ayuda de Nitya, quien estaba nuevamente muy enfermo y había subido a Ootamund con Madame de Manziarly. 

«Supongo que todo esto terminará algún día», escribió Krishna desde Adyar en enero a Mrs. Besant, quien se encontraba en Delhi, «pero el presente es más bien atroz. No puedo realizar ningún trabajo, etc. 

Ahora ello prosigue todo el día y toda la noche». 

Pero estaba lejos de ser tan intenso como había sido. 

Poco antes de escribir esto, Krishna había estado en Madanapalle, su lugar de nacimiento, a fin de buscar un sitio para una universidad que anhelaba construir. 

Descubrió un lugar arenoso en el valle de Tettu, a unas diez millas de la ciudad y a 2500 pies sobre el nivel del mar. 

Al año siguiente pudo constituir un Trust para comprar allí 300 acres de terreno. 

Le puso el nuevo nombre de Valle de Rishi, por el monte Rishi Conda que dominaba el valle, y allí se fundó una escuela, no una universidad. 

Fue la primera de las ocho escuelas que en total habría de fundar Krishna. 

Los hermanos habían sido invitados a la Convención Teosófica de Sydney a realizarse en abril, así que viajaron hacia allá con la familia Lutyens. 

Raja fue con ellos para ayudar en el cuidado de Nitya, que aún seguía muy enfermo. 

Un especialista diagnosticó en Sydney que Nitya necesitaría de todas sus fuerzas para superar la enfermedad y que debía dejar la ciudad inmediatamente, por lo que se dirigió a las alturas de Leura en las Montañas Azules, donde alquilaron para él una excelente cabaña de troncos. 

Rosalind, que todavía se encontraba en Sydney, fue con él como su enfermera junto con una dama de compañía casada. 

Krishna dividía su tiempo entre Leura y Sydney. 

Aunque había hecho todo lo posible para que las muchachas fueran a Sydney, era evidente que detestaba la atmósfera de iglesia que imperaba allí, y no fue bien acogido por Leadbeater, quien encontraba en él una influencia disociadora. 

Krishna solía sonreírnos y guiñarnos el ojo desde la ventana cuando nos sentábamos en una habitación mal ventilada tratando de meditar junto con otros miembros de la gran comunidad del «Manor» en los suburbios de Mosman 1 . 

Se mostraba terriblemente impaciente con el febril interés de todo el mundo por dar los pasos en el Sendero Probatorio tal como los repartía Leadbeater, lo cual conducía a los celos y al snobismo. 

Comparados con Krishna, todos en el «Manor» parecían vulgares y mediocres. 

Él trató de hablar con Leadbeater acerca del «proceso», pero Leadbeater no tenía nada útil que decir, eso estaba por completo fuera de su línea de experiencia y, ciertamente, no era una preparación necesaria para las iniciaciones. Parcelas de terreno habían sido donadas a Krishna para su labor en muchas partes de Australia, y un gran anfiteatro blanco de piedra acababa de construirse en un sitio espléndido en el extremo del puerto de Balmoral, próximo al «Manor», donde se esperaba que el Señor hablara cuando viniera. 

Este anfiteatro y los terrenos quedaron, por pedido de Krishna, a cargo de diferentes trusts. 

En junio, el especialista consideró que Nitya estaba lo bastante bien para viajar. 

Cuando el 24 de junio los hermanos se embarcaron rumbo a San Francisco, acompañados de Rosalind y un médico y teósofo sueco, yo sentí que la luz se había ido de mi vida para siempre.

Mi madre, que supuestamente había pasado su primera iniciación en Sydney, ya había regresado a Inglaterra dejándonos a Helen, a Ruth, a Betty y a mí en el «Manor». 

Fue un viaje terrible porque Nitya estaba cada vez más débil. Cuando se hallaban próximos a su arribo, Krishna escribió a Mrs. Besant: «Superaremos esto y Nitya estará bien otra vez. Ha sido y es un período de mucha angustia, amada madre mía, pero usted y los Maestros están ahí». 

En Ojai, después de sólo una quincena de tratamiento diario con el método Abrams, la condición de Nitya había mejorado. 

Sin embargo, la disminución del mal fue efímera, y en los tres meses siguientes todas las energías de Krishna fueron absorbidas en el cuidado de su hermano cuando éste enfermó demasiado como para abandonar la cama en absoluto. 

Krishna habría caído en la desesperación si tanto Mrs. Besant como Leadbeater no le hubieran asegurado que los Maestros no iban a permitir que Nitya muriera; su vida era demasiado valiosa. 

(1) Para un relato de la vida en la comunidad de Leadbeater en El Manor, ver To be Young (Ser joven), Mary Lutyens (reimpresa Corgi, 1989). 

Entretanto, Mrs. Besant había viajado a Inglaterra con Shiva Rao para dar conferencias en el Queen’s Hall. 

George Arundale, que había participado en una gira de conferencias alrededor del mundo con su esposa Rukmini, estaba parando en una comunidad teosófica en Huizen, Holanda, no lejos del Castillo de Eerde, la cual era dirigida por un obispo de la Iglesia Católica Liberal, James Ingall Wedgwood. 

También se encontraba en Huizen un joven noruego llamado Oscar Kollerstrom, antiguo discípulo de Leadbeater en Sydney y sacerdote de la Iglesia Católica Liberal. 

Arundale telegrafió a Mrs. Besant en Londres para decirle que estaban ocurriendo sucesos asombrosos: Oscar acababa de pasar su tercera iniciación, Wedgwood la segunda y Rukmini la primera, el kundalini acababa de ser despertado en Wedgwood y en Rukmini. 

(Arundale era ya un segundo iniciado, y él y Oscar afirmaban ambos poseer clarividencia). Después de otro excitante telegrama, Mrs. Besant canceló sus conferencias en el Queen’s Hall y viajó a Huizen acompañada por Esther Bright, Lady Emily, Shiva Rao y Rajagopal. 

Dos días después de la llegada de Mrs. Besant, el 26 de julio, Arundale fue ordenado sacerdote, a Miss Bright, Lady Emily y Rajagopal se les dijo que habían pasado su tercera iniciación y a Rukmini que había pasado la segunda. 

El día 4 de agosto, Arundale fue consagrado obispo. 

El consentimiento de Leadbeater para este paso había sido solicitado por cable; al no llegar ninguna respuesta, Arundale afirmó que había recibido el «cordial consentimiento» de Leadbeater en el plano astral. 

Cuando regresaron de la ceremonia, Mrs. Besant encontró un cable de Leadbeater desaprobando fuertemente el paso. 

Ninguno de los acontecimientos de Huizen fue confirmado jamás por Leadbeater. 

Arundale siguió «retransmitiendo» instrucciones de los Maestros: Ningún iniciado debía compartir una habitación con un no-iniciado; todos los sacerdotes debían llevar ropa interior de seda (esto era muy difícil para los pobres, observó Lady Emily), las capas debían ser cuidadosamente escogidas, pero no debía usarse capelo (por primera vez Miss Dodge se resistió cuando le pidieron que comprara ropas suntuosas para los obispos); Mrs. Besant, Wedgwood y los Arundale debían desistir de comer huevos en cualquiera de sus formas. 

(Según Lady Emily, Mrs. Besant fue la única en adherirse a esta instrucción, con la consecuencia de que en adelante se sintió medio muerta de hambre). 

En la noche del 7 de agosto, Krishna (en Ojai), Raja (en la India), Arundale y Wedgwood pasaron, según Arundale, su cuarta iniciación o Arhat, y dos noches después Arundale «retransmitió» los nombres de diez de los que, según dijo, iban a ser los doce apóstoles del Señor. 

Estos eran: Mrs. Besant, Leadbeater, Raja, Arundale, Wedgwood, Rukmini, Nitya, Lady Emily, Rajagopal y Oscar Kollerstrom. 

Krishna no había sido consultado, pero se dio por hecho que él lo sabría todo al respecto en el plano astral. 

En la edición de junio del Herald, Arundale había anunciado que Krishna no podría asistir ese año al campamento de Ommen debido a la salud de Nitya, pero que Mrs. Besant y él estarían allí y que él esperaba que todo el mundo considerara como un deber especial estar presente. 

Por lo tanto, hubo pocas cancelaciones y el 10 de agosto el grupo de Huizen se trasladó a Ommen, donde esa tarde se inauguraron el campamento y el Congreso (Mrs. Besant se alojó en el Castillo). 

Al otro día, Mrs. Besant anunció públicamente en una plática, que el Señor ya había escogido a sus apóstoles pero que a ella sólo se le había permitido revelar los nombres de siete de ellos, los que ya se habían convertido en Arhats: ella misma y Leadbeater, Raja, Arundale, Krishna, Oscar Kollerstrom y Rukmini, quien, le aseguraron, iba a convertirse en Arhat dentro de unos pocos días (1) . 

No fue sino hasta que se lo señalaron después, que Mrs. Besant se dio cuenta de que había dejado fuera a Wedgwood nombrando a Krishna como uno de sus propios apóstoles. 

Rectificó estos errores en otra plática pública del día 14. 

El campamento se disolvió ese día y el grupo de Huizen regresó allí. 

Arundale se quedó, sosteniendo excitadamente: «Yo sé que alguna otra cosa ha ocurrido, pero parece imposible». 

A la mañana siguiente, Mrs. Besant llamó a su habitación a Miss Bright, Lady Emily, Rukmini y Shiva Rao y tímidamente les dijo que ella, Leadbeater, Krishna, Raja, Arundale, Wedgwood y Oscar habían pasado todos su quinta iniciación, la final, en la noche del día 13, pero que no habría diferencia alguna en la manera en que ellos serían tratados. 

Lady Emily había sido atrapada en la histeria de ese período de Huizen y había escrito entusiastamente a Krishna acerca de ello.

 Él cablegrafió de vuelta preguntándole si Leadbeater había confirmado todos estos acontecimientos. 

Ella cablegrafió contestando que Mrs. Besant misma estaba haciendo los anuncios, y agregaba: «Confía en ella». 

Cuando Lady Emily regresó a Londres, encontró una carta de Krishna muy desdichada y llena de escepticismo. 

Ella destruyó, a petición de él, todas las cartas que Krishna le había escrito durante aquel período loco; él temía que pudieran caer en otras manos y perjudicar a Mrs. Besant, quien le estaba escribiendo para rogarle que confirmara todo lo que Arundale había «retransmitido». 

No queriendo lastimarla, Krishna contestó meramente que había estado demasiado ocupado atendiendo a Nitya como para tener conocimiento de todo ello. Antes de eso, había preguntado si Rajagopal podía ser enviado a Ojai para ayudar en el cuidado de Nitya. 

Este pedido había sido aceptado, y Rajagopal había partido para EE.UU. antes de la inauguración del campamento. 

Mrs. Besant deseaba mucho que Krishna fuera con ella a la India ese invierno para asistir a la Convención de Adyar en celebración del quincuagésimo aniversario de la fundación de la Sociedad Teosófica. 

El no quería en,

 (1) Herald, septiembre 1925. Los otros sucesos ocultos registrados en este capítulo proceden del diario de Lady Emily (AB).

 absoluto dejar a Nitya, pero cuando a fines de octubre Nitya pareció mejorar y Madame de Manziarly se ofreció para ir a Ojai a fin de atenderlo, Krishna vino a Inglaterra de mala gana, acompañado de Rosalind y Rajagopal, para complacer a Mrs. Besant. 

A poco de su arribo, Lady Emily tuvo con él una larga charla y lo encontró terriblemente desconsolado por los recientes acontecimientos de Huizen y Ommen. 

Algo que para él era tan bello, tan íntimo y sagrado, lo habían convertido públicamente en algo feo, vulgar y ridículo. 

Lady Emily le preguntó por qué no le expresaba a Mrs. Besant sus sentimientos. 

Él dijo: «¿De qué serviría?». Ellos dirían solamente que los Poderes Negros se habían apoderado de él. 

A pesar de todo, Krishna trató varias veces de hablar con Mrs. Besant pero ella no pareció entender. 

Lady Emily sentía que Mrs. Besant estaba hipnotizada por Arundale y que ella misma había sido ridículamente crédula. 

El grupo que partió de Nápoles para Colombo el 8 de noviembre, estaba formado por Mrs. Besant, Krishna, Lady Emily, Rosalind, Rajagopal, Shiva Rao, Wedgwood, Arundale y Rukmini. 

Los dos obispos, paseándose por Nápoles en largas sotanas rojas, le dijeron a Krishna que la vida de Nitya sería perdonada si él [Krishna] los reconocía a ellos como Adeptos y aceptaba a sus doce apóstoles escogidos. 

Krishna no haría una cosa semejante, y trató de no hablar con ellos. Shiva Rao opinaba que Krishna, ni por un momento, dudó jamás del poder de los Maestros para salvar a Nitya. 

En la noche del día 13, justo citando estaban entrando al Canal de Suez, Mrs. Besant recibió un telegrama que anunciaba la muerte de Nitya. 

Según cuenta Shiva Rao, que compartía un camarote con Krishna, los siguientes diez días fueron angustiosos. 

En las noches sollozaba, gemía y lloraba a gritos por Nitya, a veces en su dialecto nativo telugu que, estando despierto y consciente, no era capaz de hablar. Sin embargo, cuando llegaron a Colombo había transformado su pena en lo que casi era una bendición y había escrito un trabajo acerca de Nitya que fue publicado por el Hera1d en sus notas editoriales de enero de 1926: Los sueños agradables que mi hermano y yo teníamos en lo físico, han concluido... Nos divertíamos mucho en la vida, aunque éramos de temperamentos diferentes. 

De algún modo nos entendíamos sin esfuerzo... Era una existencia feliz, y lo extrañaré físicamente durante toda esta vida.

 Un viejo sueño ha muerto y uno nuevo ha nacido, como una flor que irrumpe a través de la tierra sólida... 

Una fuerza nueva nacida del sufrimiento está latiendo en las venas, y una nueva simpatía y comprensión nacen del sufrimiento pasado. 

Hay un mayor deseo de ver sufrir menos a otros y, si es que tienen que sufrir, ver que lo soporten noblemente y salgan de ello sin demasiadas cicatrices. 

He llorado, pero no quiero que otros lloren, y si lo hacen, ahora sé lo que eso significa... 

En el plano físico pudimos estar separados, y ahora somos inseparables...

 Como Krishnamurti, ahora tengo un fervor más intenso, una fe mayor, mayor simpatía y amor, porque en mí también están el cuerpo, el Ser de Nityananda... 

Ahora sé, con mayor certeza que nunca, que existe en la vida una gran belleza, una felicidad verdadera que no puede ser destruida por ningún suceso físico, una gran fuerza que no puede ser debilitada por ningún acontecimiento pasajero y un gran amor que es permanente, imperecedero e invencible. 

La muerte de Nitya fue una conmoción terrible para Mrs. Besant, aunque no socavó su fe, mientras que, desde esa época en adelante, Krishna parece haber perdido toda su fe, en los Maestros tal como los presentaba Leadbeater, si bien no en el Señor Maitreya y en su propio papel de vehículo. 

Arundale y Wedgwood pusieron bien en claro que Nitya había muerto porque Krishna se había negado a reconocerlos. Leadbeater, con un grupo de setenta personas que incluía a Helen, Ruth, Betty y a mí, llegó a Colombo unos días después. 

En Melbourne nos habíamos enterado de la muerte de Nitya. Mrs. Besant, Krishna y otros, que habían ido a Adyar, regresaron a Colombo para encontrarse con nosotros. 

El saludo de Leadbeater a Krishna fue: «Al menos tú eres un Arhat». 

Después de la travesía a la India, hubo un tren especial a Madrás para todo el grupo, con multitudes, guirnaldas y postraciones en cada estación. 

Krishna, que sabía cuán apasionadamente yo había amado a Nitya, se sentó junto a mí en el tren. 

«Krishna estuvo perfectamente delicioso», escribí en mi diario, «y me habló de Nitya. Ahora están todo el tiempo juntos. K mismo es mucho más maravilloso y más tierno». 

La situación en Adyar fue muy penosa. Ruth reveló que Leadbeater no creía en ninguna de las iniciaciones distribuidas en Huizen. Había, por lo tanto, dos bandos: el grupo Arundale-Wedgwood y el grupo Leadbeater, con Krishna y sus propios adherentes que se mantenían apartados de ambos grupos; y Mrs. Besant, que no había perdido nada de su amor y reverencia por Krishna, trataba de reconciliarlos a todos ellos. 

Una mañana, subió a la habitación de Krishna, lo tomó de la mano y lo condujo abajo a su propio salón, donde Leadbeater, Raja, Arundale y Wedgwood estaban reunidos; sentándolo en el sofá entre ella misma y Leadbeater, le preguntó si los aceptaría como sus discípulos. Krishna contestó que no aceptaría a ninguno de ellos excepto, tal vez, a la propia Mrs. Besant. 

(El recuerdo de este incidente es uno de los muy pocos que Krishna retuvo por todo el resto de su vida, porque no ocurrió mucho antes de que perdiera prácticamente todos los recuerdos del pasado). 

La Convención Teosófica fue seguida, el 28 de diciembre, por el Congreso de la Estrella. 

En la primera reunión, efectuada bajo la higuera de Bengala a las ocho de la mañana, con más de 3000 personas presentes, cuando Krishnamurti estaba finalizando una plática acerca del Instructor del Mundo, de pronto se transformó. 

Había estado diciendo: «El viene sólo a aquellos que lo necesitan, que lo desean, que lo anhelan», cuando su rostro cambió y su voz resonó con extraordinaria autoridad: «Y yo vengo para aquellos que desean armonía, que desean la felicidad, que anhelan ser liberados. Yo vengo a reformar, no a demoler, no vengo a destruir sino a edificar» (1) . Fue un momento electrizante para aquellos de nosotros que advertimos el cambio. 

(Wedgwood y Arundale dijeron que pensaban que Krishna estaba meramente citando las escrituras). 

Mrs. Besant, ciertamente, notó el cambio. En la última reunión del Congreso de la Estrella, habría de decir: «... ese acontecimiento [del 28 de diciembre] marcó la definitiva consagración del vehículo elegido... la aceptación final del cuerpo escogido hace mucho tiempo... El Advenimiento ha comenzado». Y en la tirada del Theosophit, de enero de 1926, Mrs. Besant escribió: «No hubo excitación ni conmoción aun el 28 de diciembre cuando, mientras nuestro Hermano Krishnaji estaba concluyendo su ‘discurso’, su palabra fue interrumpida por nuestro Señor, el Instructor del Mundo, quien tomó posesión de su cuerpo y pronuncio un par de frases». 

Leadbeater no estuvo menos seguro. 

Después de su regreso a Sydney, declaró que no había «una sombra de duda» de que «Él» había usado «al Vehículo más de una vez» en la Convención del jubileo (2) . 

Krishna mismo tampoco tenía dudas. 

En una charla ante los Representantes Nacionales de la Orden de la Estrella en Adyar, dijo: «El recuerdo del día 28 debe ser para ustedes como si estuvieran custodiando una joya preciosa, y cada vez que la miren deben sentir un estremecimiento. 

Entonces, cuando Él venga otra vez, y estoy seguro de que muy pronto Él vendrá nuevamente, será para ustedes una ocasión más noble y mucho más bella aún que la última vez» (3) . Y en una reunión de los discípulos, dijo: «Personalmente, me siento muy diferente desde ese día... Como un vaso de cristal, un vaso que ha sido lavado y ahora todo el mundo puede poner una bella flor en él, y la flor vivirá en el vaso y nunca morirá» (4) . Lady Emily anotó en su diario que Krishna le dijo que ahora se sentía como una cáscara vacía, tan absolutamente impersonal. 

Cuando ella le describió cómo habían cambiado su rostro y su voz, él le dijo con añoranza: «Desearía haber podido verlo». ¿Creía él que era el rostro del Señor Maitreya? Casi hasta el final de su vida, él estuvo acentuando la importancia que Mrs. Besant y Leadbeater siempre habían dado al «rostro», pero esto parece haberse referido a la belleza de su propio rostro, que él siempre consideró de manera completamente impersonal, como lo hizo con todo su cuerpo. 

El cuerpo, aparentemente, había sido puesto a su cargo para que lo cuidara. 

Este sentido de completa disociación con respecto a su cuerpo, fue un fenómeno que duró toda su vida. (1) Herald, febrero 1926. (2)Herald, junio 1926. Herald, junio 1926. (3) Herald, marzo 1926. (4) Candles in the Sun. 

domingo, 30 de julio de 2023

VIDA Y MUERTE DE KRISHNAMURTI - ESCRITO POR MARY LUTYENS - 6 -

 6

 «Existe una soledad... » 

Durante el siguiente mes de febrero, surgió la oportunidad de comprar la Cabaña de los Pinos y seis acres de terreno que la rodeaban y que incluían otra casa más grande. 

Cuando Krishna expresó el deseo de adquirir esto, señalando lo sagrado que el lugar se había vuelto después de todo lo ocurrido ahí, Miss Dodge aportó el dinero necesario. 

Krishna llamó a la casa más grande Arya Vihara (Monasterio Noble), y poco después se compraron siete acres y se constituyó el Trust de los Hermanos para administrar la propiedad. 

Durante toda la vida de Krishna el dinero, en forma de donaciones y legados, llegó cuando se lo necesitaba, y más tarde el dinero provino también de sus libros; sin embargo, él nunca conservó nada para sí mismo, excepto la asignación anual de 500 £. 

Desde principios de 1923, Krishna comenzó a trabajar enérgicamente en Ojai, encargándose de docenas de cartas oficiales, escribiendo todos los meses sus notas para el Herald, reorganizando la Orden de la Estrella en California, ofreciendo charlas en los alrededores y reuniendo dinero para una escuela en la India. 

En mayo, él y Nitya -quien como resultado de un nuevo tratamiento Abrams se decía una vez más que estaba curado- recorrieron en gira los EE.UU., gira que terminó en Chicago para la Convención Teosófica. 

En junio, los hermanos viajaron a Inglaterra. Se había arreglado que asistieran al Congreso Teosófico y de la Estrella que iba a realizarse durante el mes de junio en Viena. 

Lady Emily se reunió con ellos en Pleymouth e informó a Mrs. Besant que Krishna se veía poco cambiado exteriormente, aunque quizá más hermoso, pero «uno estaba consciente, en todo momento, de un controlado pero inmenso poder concentrado que fluía a través de él». 

Después del Congreso, donde Krishna iba a encontrar nuevamente a Helen Knothe (ella había permanecido en Amsterdam), él preguntó si podría disfrutar de unas vacaciones «familiares» en algún lugar tranquilo donde no le conocieran. 

Un amigo de John Cordes puso a disposición de ellos un chalet, en Villa Sonnblick, que se encontraba en las afueras del pueblo de Ehrwald en el Tirol austríaco, y allí Krishna y Nitya pasaron siete semanas con un grupo de amigos formado por Lady Emily, mi hermana Betty y yo, Helen, Mar de Manziarly, Rajagopal (que ahora asistía a Cambridge), Cordes y Ruth Roberts, una muchacha inglesa con quien Krishna había tenido un flirteo en Sydney. 

Nitya, Lady Emily, Helen y Rajagopal se alojaron en Sonnblick, donde comíamos todos, mientras que el resto de nosotros dormíamos en otro chalet. 

Las primeras dos semanas constituyeron realmente unas vacaciones dichosas, era un lugar ideal para paseos en las montañas y había un campo llano donde podíamos jugar «rounders». 

Durante las excursiones a las montañas, Krishna, Nitya y Rajagopal solían cantar mantrams hindúes que sonaban particularmente bellos en los bosques. 

Después, a mediados de agosto, «el proceso» comenzó otra vez en serio todas las noches, y continuó hasta el 20 de septiembre. Krishna, o más bien el «elemental físico», confundía ahora a Helen con la madre de Krishna cuando éste se «salía» de su cuerpo. Lady Emily enviaba cartas diarias a Mrs. Besant relatando todo lo que ocurría. 

«Al verle [a Krishna] bajar a saltos los cerros, tan lleno de gracia, belleza y vitalidad», escribió, «es casi imposible creer lo que su pobre cuerpo ha estado soportando cada noche». 

Después de una noche de tortura, se le oyó gritar: «¡Nunca ha sido tan malo como esto!». 

Nitya habría de escribir más tarde: «Durante los últimos días en Ehrwald, ‘Ellos’ pusieron en práctica el experimento de dejar a Krishna consciente mientras el dolor era todavía bastante fuerte, pero esta conciencia se mantenía solamente por 10 o 20 segundos cada vez, y apenas el dolor se tornaba demasiado intenso, Krishna solía dejar el cuerpo». 

En la noche del 20 de septiembre, Krishna «retransmitió» a Nitya un mensaje, supuestamente del Maestro Kuthumi, que Nitya puso por escrito: Escucha Nitya. Esto termina aquí, ésta es la última noche; se continuará en Ojai. 

Pero esto depende de ustedes. Ambos deben tener más energía.

El éxito dependerá de lo que hagan el mes entrante. 

No dejen que nada se interponga en el camino. 

Aquí ha sido un éxito. 

Pero Ojai depende enteramente de ustedes; allí se continuará con mayor vigor si están preparados. 

Cuando dejen este lugar deben ser sumamente cuidadosos. 

Es como un vaso nuevo recién sólido del molde, y cualquier mala vibración puede quebrarlo; esto significaría reparar y remodelar, lo que tornaría un largo tiempo... Si fallan, habrá que empezar todo desde el principio.

Este mensaje es particularmente, interesante porque el estilo es por completo diferente de los de Krishna y Nitya. 

Al dejar Ehrwald, casi todo el grupo fue a alojarse en el Castillo de Eerde en Holanda, con el Barón van Pallandt, que había ofrecido la propiedad a Krishna. 

Esta fue la última vez que el castillo se usó como residencia privada. 

Se constituyó un Trust, con Krishna como presidente, al cual se hizo el traspaso de la heredad, y Eerde se convirtió en la Sede Central de la Orden de la Estrella de Oriente. 

Dando por sentado que «el proceso» iba a continuar en Ojai, Nitya sentía que era necesario tener allí a otro iniciado, de modo que Rajagopal (que se había convertido en iniciado antes de venir a Inglaterra) dejó Cambridge por un año para ir con ellos. 

Ahora vivían en Arya Vihara, mientras que Rosalind vivía en la Cabaña de los Pinos con su madre. (Helen había tenido que regresar a su casa en Nueva York). 

Poco tiempo después de su llegada, «el proceso» comenzó de nuevo y fue tan severo que, por primera vez, Nitya se sintió angustiado y escribió una carta ansiosa a Leadbeater preguntándole si todo estaba «bien». 

Ahora Krishna tenía que soportar por sí mismo el sufrimiento, que se estaba volviendo cada vez más intenso. 

«En estos días», decía Nitya a Leadbeater, «no está Helen con él, y aunque Rosalind vive al lado de nosotros, él no parece necesitarla, cuando el dolor ha pasado, Krishna abandona el cuerpo y éste llora desconsoladamente hasta quedar exhausto.

 Llama a su madre, y he descubierto que quiere a Helen, no a Rosalind. Hasta donde puedo descifrar de lo que el cuerpo de Krishna dice ocasionalmente, todavía queda un gran trabajo que hacer sobre el cuerpo, y eso tal vez signifique muchos meses». 

El 26 de noviembre, el cuerpo de Krishna «retransmitió» un mensaje que Nitya incluyó en esta carta a Leadbeater: «La labor que se está haciendo ahora es de la más grave importancia y sumamente delicada. 

Es la primera vez que este experimento se lleva a cabo en el mundo. Todo en la casa debe ceder su lugar a esta labor y ninguna conveniencia personal, ni siquiera la de Krishna, debe tomarse en cuenta». 

Es raro que Leadbeater no quisiera ir a Ojai para presenciar por sí mismo este extraño fenómeno. 

Lo único que hizo fue escribirle a Mrs. Besant diciéndole que él estaba «muy preocupado por todo el asunto... tan completamente opuesto a lo que a mí me han enseñado. 

Espero que usted pueda asegurarme que todo va bien». 

Mrs. Besant, aunque ya había dejado de lado sus poderes ocultos, estaba aparentemente en condiciones de dar seguridades a Leadbeater, y desde entonces Leadbeater delegó en ella toda responsabilidad. 

A Nitya le escribió: «No entiendo el terrible drama que está teniendo lugar en nuestro amado Krishna». 

Krishna iba a escribirle a Lady Emily a principios de 1924, después de que «el proceso» había estado desarrollándose por dos meses: Me estoy volviendo más y más irritable y me canso cada vez más; desearía que usted y los otros estuvieran aquí. Frecuentemente siento ganas de llorar en estos días, y ésta no era mi manera de ser. Es terrible para los demás y para mí mismo... Quisiera que Helen se encontrara aquí, pero eso es imposible, y también es probable que Ellos no quieran que haya alguien a mi lado que me ayude. Así que tengo que hacerlo todo por mí mismo. 

Por mucho que uno se lo proponga, existe una soledad, la de un pino solitario en el desierto... 

Los últimos diez días han sido realmente penosos, los dolores en mi espina dorsal y cuello han continuado muy fuertes y antes de ayer he tenido una noche extraordinaria. 

Sea lo que fuere eso, la fuerza o como pueda llamarse esta cosa, subió por mi espina dorsal hasta la base de la nuca, luego se separó en dos, yendo una parte a la derecha y otra a la izquierda de mi cabeza, hasta que se juntaron entre ambos ojos, justo encima de mi nariz. 

Y vi al Señor y al Maestro. 

Fue una noche tremenda. Por supuesto que todo ello fue extremadamente doloroso... estoy seguro de que pronto tendremos unas vacaciones. 

Krishna describió asimismo esta experiencia a Mrs. Besant, y Nitya también hizo su propio relato de ella. Nitya presumía que se trataba de «la apertura del tercer ojo». 

En los tratados de yoga se refieren a menudo al «tercer ojo» como el Ojo de Shiva. Se encuentra en medio de la frente y, como el kundalini, está asociado con la clarividencia. «La clarividencia de Krishna no ha comenzado todavía», agregaba Nitya, «pero imagino que ahora sólo es una cuestión de tiempo. Hasta ahora hemos tenido 110 noches del proceso desde que estamos aquí».

 Fue a comienzos de marzo que la Dra. Rocke llegó a Ojai, habiendo sido enviada por Leadbeater desde Sydney, donde ahora vivía, a fin de que informara sobre Krishna. Se quedó por una quincena observando «el proceso» cada noche. 

Krishna escribió a Lady Emily que «ella estaba tremendamente impresionada por todo el asunto y nosotros no estamos completamente locos». 

La Dra. Rocke se encontraba todavía allí el 11 de abril, «una noche maravillosa para todos nosotros», como le relató Nitya a Mrs. Besant cuando Krishna «retransmitió» un mensaje, cuya primera parte Nitya creía que era del propio Señor Maitreya: Hijos míos, me complace su resistencia y valor. Ha sido ésta una gran lucha y, hasta donde Hemos llegado, ha sido un éxito. Aunque hubo muchas dificultades, las Hemos sobrellevado con relativa facilidad... Han salido muy bien de ello, aunque la preparación completa no ha terminado... Lamentamos el dolor tan prolongado que ha debido parecerles interminable, pero una gran gloria les espera a cada uno de ustedes... Mi Bendición sea con ustedes. Aunque continuaremos en una fecha posterior, no quiero que dejen este lugar para ir a Europa hasta después de Wesak (el gran festival oculto de la luna llena en mayo, que ese año caía el 18 de mayo), cuando todos Me podrán ver. 

Aunque Hemos protegido los tres sitios en tu cuerpo, seguramente habrá dolor. 

Es como una operación; aunque pueda haberse terminado, tendrás que sentir sus efectos un tiempo después.

Desafortunadamente, no tenemos un relato de la propia Dra. Rocke acerca de lo que ella pensaba del «proceso». 

Los hermanos, con Rajagopal y Helen, que se les unió en Nueva York, llegaron a Inglaterra el 15 de junio; Mrs. Besant también estaba en Inglaterra, y los hermanos fueron atrapados en sus incesantes actividades. 

Estas culminaron en un Congreso Teosófico y de la Estrella en Arnhem, Holanda, seguido por el primer campamento de Ommen, que tuvo lugar en una parte de los terrenos donados por el Barón van Pallandt, a una milla del Castillo de Eerde. 

Este campamento habría de realizarse anualmente hasta que estalló la guerra. 

Después de esto, Krishna estuvo libre al fin para disfrutar de las vacaciones «familiares» que anhelaba. 

El lugar elegido ese año fue un hotel-castíllo del siglo XI, situado en la cima de un escarpado cerro sobre el pueblo de Pergine en las Dolomitas, donde Krishna llegó con sus amigos el 18 de agosto. 

El grupo era el mismo del año anterior, con excepción de Mar de Manziarly y el agregado de una dama italiana y unos cuantos amigos de la India. Ocupamos dos torres en las esquinas de las murallas, así como algunos cuartos en el hotel, y comíamos en uno de los extremos de un gran comedor; nos hallábamos separados de los otros huéspedes y con nuestro propio cocinero, un vegetariano austríaco. 

Justo debajo del castillo había un campo raso para los juegos de pelota, tal como lo había habido en Ehrwald. Pero a Krishna le fue concedida menos de una semana antes de que volviera a comenzar el «proceso». 

Este fue más doloroso que nunca, lo cual después de Ojai parecía casi imposible. 

Sin, embargo, Helen se encontraba allí entonces y pudo ayudarle.

Nitya, Lady Emily, Helen y Rajagopal vivían en la torre redonda bajo el mismo techo que Krishna. Cuando principió «el proceso», los ocupantes de esa torre no veníais a cenar con nosotros en el hotel. 

El resto del grupo tenía conocimiento de que algo ocurría todas las noches -algo a fin de preparar el cuerpo de Krishna para que fuera ocupado por el Señor Maitreya-, pero no fue sino hasta el año siguiente que me hablaron del «proceso» y me leyeron en voz alta los relatos de Krishna y Nitya acerca de la experiencia de Ojai. 

En las vacaciones de ese año había un propósito definido. Se había determinado que las cuatro muchachas, Helen, Ruth, Betty y yo, debíamos, a instancias de Krishna, viajar a Sydney para ser «conducidas» por Leadbeater en el Sendero del Discipulado.

 (Rosalind había ido allá cuando los hermanos dejaron Ojai en junio). Todas las pláticas públicas de Krishna en los distintos lugares donde había estado con Mrs. Besant durante ese verano, habían hecho hincapié en que, para el discipulado, era necesario: dar saltos en el vacío, vivir peligrosamente, sentir con fuerza suficiente como para lanzarse fuera por la ventana, transformarse radicalmente. 

Ahora, en Pergine, por sugerencia de Lady Emily, Krishna comenzó a hablar sobre esa línea al grupo reunido allí. 

Después del juego matinal de «rounders», él solía sentarse en el campo bajo el manzano y trataba de inculcarnos las cualidades a las que teníamos que aspirar. Dijo a las muchachas que, si bien era sólo la naturaleza humana la que les hacía desear el matrimonio y un hogar propio, ellas no podían tener esas cosas y servir al Señor cuando viniera; sí trataban de jugar a ambas vidas se volverían burguesas, y nada era peor que la mediocridad. 

Pero no debían volverse rígidas: el único modo de evolucionar era crecer en amor y en radiante felicidad. 

También eran esenciales la completa pureza mental y física. 

A cuatro jóvenes muchachas apasionadas de las que yo, con apenas dieciséis años, era la menor, se les dijo que debían vivir existencias célibes fuera de un convento de monjas. 

La actitud de Krishna hacia el sexo y el matrimonio habría de cambiar al cabo de unos cuantos años. 

Al enterarse, en 1922, de que Mar de Manziarly se había comprometido en matrimonio, dijo que lo mismo podía haberse suicidado. 

(El compromiso se rompió antes de que ella viajara a Ehrwald). Era muy duro con todas nosotras en Pergine, haciéndonos llorar frecuentemente con las certeras verdades que nos decía. 

Nos encontraba a todas terriblemente insensibles, dijo a Lady Emily que era como hablarle a un montón de esponjas que sólo absorbían todo. 

Deseaba poder «magullarnos» más. «Son ustedes como personas en un cuarto oscuro esperando que alguien encienda la luz por ustedes, en vez de tentar en la oscuridad y encenderla por sí mismas» (1) . No obstante, a pesar de su aspereza, sentíamos su gran amor por nosotras, su anhelo de que nos convirtiéramos en bellos seres humanos y su terror de que nos volviéramos «mediocres». 

«El proceso» se detuvo el 24 de septiembre citando Krishna «retransmitió» un mensaje que, según creía, era del Señor Maitreya: Aprendan a servirme, porque sólo a lo largo de ese sendero Me encontrarán. Olvídense de sí mismos, porque sólo entonces podrán encontrarle. No busquen a los Grandes Seres cuando ellos pueden estar muy cerca de ustedes. Son como el ciego que busca la luz del sol. Son como el hambriento a quien le ofrecen comida y no quiere comer. La felicidad que buscan no está lejos; mora en cada piedra común. Yo estoy allí si sólo quieren ver. Yo soy el que ayuda si Me permiten que ayude. Estas líneas, muy diferentes de los otros mensajes, están más en el estilo de los poemas que Krishna pronto escribiría. (1) Del diario de Lady Emily, 1925 (AB).

sábado, 29 de julio de 2023

VIDA Y MUERTE DE KRISHNAMURTI - ESCRITO POR MARY LUTYENS - 5

 5

 «Embriagado de Dios»

 El mensaje del Maestro a Krishna en Sydney había ejercido una gran influencia sobre él. El 12 de agosto escribió a Lady Emily diciéndole que durante las dos últimas semanas había estado meditando en ello por media hora todas las mañanas y nuevamente antes de ir a acostarse.

 «Voy a regresar a mi antiguo contacto con los Maestros y, después de todo, eso es lo único que importa en la vida». Cinco días después de escribir esto, el 17, pasó por una experiencia de tres días que revolucionó completamente su vida. Sin embargo, pasaron dos semanas antes de que un relato de ello, escrito por Nitya, fuera enviado a Mrs. Besant y Leadbeater: Nuestra cabaña se encuentra en el extremo superior del valle y nadie más vive en las cercanías, excepto Mr. Warrington que tiene una cabaña para él solo a unos pocos cientos de yardas más lejos; y Krishna, Mr. Warrington y yo hemos estado aquí por casi ocho semanas descansando y reponiéndonos. Tenemos un visitante ocasional en Mr. Walton, Vicario General de la Iglesia Liberal Católica en América, quien posee una casa en el valle, y Rosalind, una joven muchacha americana, está con nosotros por una o dos semanas dedicándonos su tiempo. Este incidente que quiero describirle, tuvo lugar hace unas dos semanas cuando acaeció que los cinco estuviéramos todos juntos aquí. Del verdadero significado de lo ocurrido, de su exacta importancia, usted por supuesto podrá hablarnos si lo desea, pero aquí a nosotros nos parece haber sido transportados a un mundo donde los Dioses caminaron otra vez entre los hombres por un breve espacio de tiempo, dejándonos a todos tan transformados que ahora nuestra brújula ha encontrado su norte.

 Creo que no exagero cuando digo que nuestras vidas están total y profundamente afectadas por lo ocurrido. Krishna mismo, propiamente hablando, debería relatar la secuencia de los acontecimientos, ya que todos nosotros fuimos meros espectadores dispuestos a ayudar cuando fuera necesario; pero él no recuerda todos los detalles, puesto que estuvo fuera de su cuerpo la mayor parte del tiempo, mientras que todo permanece claro en nuestra memoria, porque lo observamos con gran cuidado todo el tiempo sintiendo que su cuerpo había sido, en parte, confiado a nosotros.

 Mr. Warrington no goza de perfecta salud y a mí no se me permite todavía agitarme mucho, así que fue Rosalind la que tuvo la buena fortuna de cuidar a Krishna, y pienso que ella ya ha recibido su recompensa [por haber sido aceptada en el Sendero Probatorio].

 En la tarde del jueves 17 Krishna se sintió un poco cansado e inquieto, y notamos en la parte posterior de su cuello una protuberancia dolorosa que parecía deberse a un músculo contraído del tamaño de una bolita grande. 

A la mañana siguiente pareció estar muy bien hasta después del desayuno, cuando se recostó para descansar. Rosalind y yo estábamos sentados afuera y Mr. Warrington y Krishna en el interior. Rosalind entró al llamado de Mr. Warrington y encontró a Krishna aparentemente muy enfermo, porque estaba en la cama sacudiéndose y gimiendo como si experimentara fuertes dolores. 

Se sentó a su lado tratando de averiguar qué le pasaba, pero Krishna no pudo dar una respuesta clara. Empezó de nuevo a gemir y lo embargó un paroxismo de temblores y escalofríos, y procuraba apretar los dientes y entrelazaba estrechamente las manos para detener los temblores. Era el comportamiento exacto de un enfermo de malaria, excepto que Krishna se quejaba de un calor espantoso. 

Rosalind quiso mantenerlo quieto por un rato, y otra vez volvieron los temblores y los escalofríos, como de fiebre palúdica. Entonces él quería apartarla, quejándose de un terrible calor y con los ojos llenos de una extraña inconsciencia. 

Y Rosalind quiso sentarse a su lado hasta que volviera a tranquilizarse, mientras le sostenía la mano y lo calmaba como una madre lo hace con su pequeño. Mr. Warrington se sentó en el otro extremo de la habitación y se dio cuenta, como me lo dijo más tarde, que algún proceso se desarrollaba en el cuerpo de Krishna como resultado de influencias dirigidas desde planos distintos del físico. 

La pobre Rosalind, que estaba muy ansiosa al principio, alzaba los ojos con mirada interrogante, y Mr. Warrington le aseguró que todo iría bien. Pero durante la mañana las cosas empeoraron, y cuando vine y me senté junto a él, se quejó otra vez del terrible calor y dijo que todos nosotros estábamos muy nerviosos y lo cansábamos; a cada instante se incorporaba bruscamente en la cama y nos rechazaba; y los temblores comenzaban nuevamente. 

Todo esto mientras él estaba sólo semiconsciente, pues hablaba de Adyar y de las personas de allá como si estuvieran presentes; y después descansaba otra vez tranquilo por un rato, hasta que el roce de una cortina o el crujir de una ventana o el ruido de un lejano arado en el campo, lo despertaban de nuevo y entonces gemía pidiendo silencio y quietud. 

Persistentemente, a cada pocos minutos, apartaba a Rosalind de su lado cuando empezaba a sentir calor, y luego otra vez quería tenerla junto a él. Yo me senté cerca, aunque no demasiado cerca. Hacíamos lo mejor que podíamos para mantener la casa quieta y oscura, pero los más ligeros sonidos que uno apenas nota son inevitables; sin embargo, Krishna se había vuelto tan sensible que el más tenue tintineo ponía sus nervios de punta.

 Más tarde, cuando vino el almuerzo, se aquietó y pareció ponerse muy bien y estar plenamente consciente. Tomó el almuerzo que le sirvió Rosalind y, mientras nosotros terminábamos de comer, permaneció tranquilo. 

Después, a los pocos minutos estaba otra vez gimiendo y pronto, pobre, no pudo retener la comida que había ingerido. Y esto continuó así toda la tarde: escalofríos, quejidos, agitación. Estando tan sólo semiconsciente y todo el tiempo como si estuviera sufriendo. 

Bastante curioso, cuando llegó la hora de nuestra comida, aunque él nada comió, se quedó tranquilo y Rosalind pudo dejarlo por el tiempo suficiente para comer ella, y a la hora de acostarse él se tranquilizó lo bastante como para dormir toda la noche. 

Al día siguiente, sábado, eso comenzó de nuevo después de su baño, y él parecía menos consciente que el día anterior. Continuó así durante todo el día, con intervalos regulares para concederle un descanso y permitir a Rosalind tomar sus comidas. Pero el domingo fue el día peor, y el domingo vimos la gloriosa culminación. 

Durante esos tres días todos nosotros tratamos de mantener nuestras mentes y emociones imperturbables y en paz, y Rosalind pasó los tres días al lado de Krishna, pronta cuando él la necesitaba y dejándolo solo cuando él así lo quería. Era realmente hermoso verla con él, observar la forma en que podía prodigarle su amor, generosamente y de manera absolutamente impersonal. Aun antes de que todo esto sucediera, habíamos advertido esta gran característica en ella, y aunque nos preguntábamos si una mujer debería estar cerca en esos momentos, los sucesos posteriores demostraron, sin embargo, que con toda probabilidad ella había sido traída especialmente aquí para ayudar a Krishna y a todos nosotros. 

Aunque sólo tiene diecinueve años y sabe poco de teosofía, desempeñó el papel de una gran madre durante estos tres días. El domingo, como he dicho, Krishna se veía mucho peor, parecía sufrir enormemente, los temblores y el calor se notaban más intensos y su conciencia se tornó más y más intermitente. Cuando parecía tener el control de su cuerpo, hablaba todo el tiempo de Adyar, de A.B. [Annie Besant], y de los miembros de la Orden Púrpura en Adyar [un grupo interno formado por Mrs. Besant que vestía mantones de seda de color púrpura], y se imaginaba constantemente allá. Entonces decía: «¡Quiero ir a la India! ¿Por qué me han traído aquí? No sé dónde estoy», y una y otra vez repetía: «No sé dónde estoy». Si cualquiera se movía en la casa, casi saltaba de la cama, y cada vez que entrábamos a su habitación, teníamos que avisarle. Sin embargo, a las seis de la tarde, hora de nuestra comida, se aquietó hasta que terminamos.

 Entonces, repentinamente, toda la casa pareció llenarse de una fuerza terrorífica, y Krishna estaba como poseído. No quería a ninguno de nosotros cerca de él, y comenzó a quejarse amargamente de la suciedad, la suciedad de la cama, la intolerable suciedad de la casa, la suciedad de todos los que le rodeábamos, y con una voz muy dolorida dijo que ansiaba ir a los bosques. 

Ahora estaba sollozando en voz alta, no nos atrevíamos a tocarlo y no sabíamos qué hacer; había abandonado la cama para sentarse sobre el piso en un rincón oscuro de la habitación, sollozando fuertemente y diciendo que quería irse a los bosques de la India. 

De repente, anunció su intención de salir a dar un paseo a solas, pero nos las arreglarnos para disuadirle, porque no creíamos que estuviera en condiciones apropiadas para paseos nocturnos.

 Entonces, como expresara su deseo de soledad, le dejamos y nos reunimos afuera en la galería, donde después de unos minutos se unió a nosotros llevando un cojín en la mano y sentándose tan lejos como pudo. 

Le fueron concedidas fuerza y conciencia suficientes para venir afuera; pero una vez allí volvió a desvanecerse, y su cuerpo, murmurando incoherencias, fue dejado allí, sentado en el vestíbulo. 

Formábamos un extraño grupo en esa galería: Rosalind y yo sentados en sillas, Mr. Warrington y Mr. Walton frente a nosotros, sentados en un banco, y Krishna a nuestra derecha, unas yardas más allá. 

El sol se había puesto hacía una hora, y al frente teníamos los cerros distantes, purpúreos contra el cielo pálido y la muriente luz del crepúsculo; hablábamos poco y se apoderó de nosotros el sentimiento de una inminente culminación; todos nuestros pensamientos y emociones estaban en tensión con una extrañamente apacible expectativa de algún acontecimiento admirable. 

Entonces Mr. Warrington tuvo una inspiración enviada por el cielo. 

Enfrente de la casa, a unas cuantas yardas, se alza un joven pimentero con hojas delicadas de un tierno color verde, ahora cargado de fragantes capullos, que todo el día es el «murmurante lugar predilecto de las abejas», de pequeños canarios y brillantes colibríes. 

Urgió suavemente a Krishna para que fuera a sentarse bajo el árbol; al principio Krishna no quería, después fue por propia voluntad. 

Ahora nos encontrábamos en una oscuridad iluminada por las estrellas y Krishna estaba sentado bajo un techo de delicadas hojas negras que se destacaban contra el cielo. 

Todavía murmuraba inconscientemente, pero pronto nos llegó un suspiro de alivio y nos llamó diciéndonos: «Oh, ¿por qué no me enviaron aquí antes?» 

Luego siguió un breve silencio. 

Y entonces comenzó a cantar. Nada había pasado por sus labios en casi tres días, su cuerpo estaba completamente exhausto por la intensa tensión, y fue una serena y fatigada voz la que oímos entonando el mantrams que se cantaba todas las noches en la capilla del templo de Adyar. 

Después el silencio. 

Hace mucho tiempo, en Taormina, cuando Krishna contemplaba con ojos meditativos una bella pintura de nuestro Señor Gautama [el Buda] en mendicante vestidura, habíamos sentido por un venturoso instante la divina presencia del Gran Ser, quien se había dignado enviarnos un pensamiento. 

Y de nuevo esta noche, mientras Krishna bajo el joven pimentero terminaba su canto de adoración, pensé en el Tathagata [el Buda] bajo el árbol Bo, y otra vez sentí invadido el apacible valle por una ola de aquel esplendor, como si de nuevo Él hubiera enviado una bendición sobre Krishna. Sentados con los ojos fijos sobre el árbol, nos preguntábamos si todo estaría bien, porque ahora había un silencio completo, y mientras mirábamos, súbitamente vi por momento una gran Estrella brillando encima del árbol, y supe que el cuerpo de Krishna estaba siendo preparado para el Gran Ser. 

Me incliné hacia Mr. Warrington y le hablé de la Estrella. El lugar parecía estar lleno de una Gran Presencia, y se apoderó de mí un intenso anhelo de caer de rodillas y adorar, porque supe que el Gran Señor de todos nuestros corazones había venido Él mismo; y aunque no Le veíamos, todos sentimos el esplendor de su presencia. Entonces los ojos de Rosalind fueron abiertos y ella vio. Su rostro cambió como jamás he visto cambiar rostro alguno, pues ella fue bendecida como para ver con ojos físicos las glorias de esa noche. Su faz estaba transfigurada cuando nos dijo: ¿Lo ven ustedes, Lo ven?» Porque ella veía al divino Bodhisattva [el Señor Maitreya], y hay millones que aguardan por encarnaciones para captar un destello así de nuestro Señor, pero ella tenía ojos de inocencia y había servido fielmente a nuestro Señor. 

Y nosotros, que no podíamos ver, veíamos los Esplendores de la noche reflejados en su pálido rostro embelesado a la luz de las estrellas. Jamás olvidaré el aspecto de su rostro, porque de inmediato yo, que no podía ver pero que me sentía glorificado en presencia de nuestro Señor, sentí que Él se volvía hacia nosotros y decía algunas palabras a Rosalind, cuyo rostro brilló con éxtasis divino al contestar: «Lo haré, lo haré», y dijo esas palabras como si fueran una promesa hecha con esplendente felicidad. 

Nunca olvidaré su cara mientras la miraba; hasta yo mismo casi fui bendecido con su visión. Su rostro mostraba el embeleso de su corazón, pues la parte más recóndita de su ser estaba ardiendo con Su presencia, pero sus ojos veían. Y silenciosamente oré porque Él pudiera aceptarme como Su siervo, y los corazones de todos estaban llenos de esa plegaria. A la distancia oíamos la divina música suavemente tocada, todos la oíamos aunque los Gandharvas [ángeles cósmicos que producen la música de las esferas] estaban ocultos a nuestra vista. El esplendor y la gloria de los muchos Seres presentes perduró por casi media hora y Rosalind, temblando y casi sollozante de júbilo, lo veía todo: «Miren, ¿lo ven?», repetía a menudo; o; «¿Escuchan la música?» Entonces pronto oímos los pasos de Krishna y vimos su blanca figura surgiendo desde la oscuridad, y todo había terminado. 

Y Rosalind gritó: «¡Oh, él viene, vayan a su encuentro!», y cayó casi desvanecida en su silla. 

Cuando se recuperó, ¡ay!, no recordaba nada, nada, todo se había borrado de su memoria excepto el sonido de la música que aún vibraba en sus oídos. Al día siguiente reaparecieron otra vez los temblores y la conciencia semi-despierta en Krishna, aunque ahora eso sólo duraba unos pocos minutos y a largos intervalos.

 Todo el día permaneció bajo el árbol en samadhi (1) , y al atardecer, cuando se sentó en meditación como la noche anterior. Rosalind vio nuevamente tres figuras alrededor de él, las que rápidamente se fueron llevando a Krishna con ellas y dejando su cuerpo bajo el árbol. Desde entonces, él se sienta en meditación bajo el árbol todas las tardes. He descrito lo que vi y oí, pero del efecto que el incidente tuvo sobre todos nosotros no he hablado, porque pienso que tomará tiempo, al menos a mí, comprender plenamente la gloria que tuvimos el privilegio de presenciar, aunque ahora siento que la vida puede ser vivida de una sola manera, al servicio del Señor. 

Krishna mismo también escribió un relato de esta experiencia a Mrs. Besant y a Leadbeater pero, debido a que había estado inconsciente, recordaba poco de la misma. Terminaba su relato: Yo era supremamente feliz, porque había visto. 

Ya nunca nada podría ser igual. 

He bebido en las puras y transparentes aguas que manan de la fuente de la vida y mi sed fue aplacada. 

Nunca más podría estar sediento. 

Nunca más podría hallarme en la total oscuridad; he visto la luz.

 He tocado la compasión que cura todo dolor y sufrimiento; ello no es para mí mismo, sino para el mundo. 

He estado en la cumbre de la montaña y he contemplado fijamente a los poderosos Seres. 

He visto la gloriosa Luz que cura. 

Me ha sido revelada la fuente de la Verdad y las tinieblas han sido disipadas. 

El Amor en toda su gloria ha embriagado mi corazón; mi corazón ya nunca podrá cerrarse. 

He bebido en la fuente de la Felicidad y de la Belleza eterna. 

Estoy embriagado de Dios. 

Antes de esto, en su relato había escrito: El primer día, mientras me encontraba en ese estado, y más consciente de las cosas que me rodeaban, tuve la primera y más extraordinaria experiencia.

 Había un hombre reparando la carretera; ese hombre era yo mismo; yo era el pico que él sostenía; la piedra misma que él estaba rompiendo, era parte de mí, la tierna brizna de hierba era mi propio ser y el árbol junto al hombre era yo. Casi podía sentir y pensar como el hombre que reparaba la carretera, y podía sentir el viento pasando a través del árbol, y a la pequeña hormiga sobre la brizna de hierba. Los pájaros, el polvo y el mismo ruido eran una parte de mí. Justo en ese momento pasaba un automóvil a cierta distancia; yo era el conductor, la máquina y las llantas; conforme el auto se alejaba de mi, yo me alejaba de mí mismo. Yo estaba en todas las cosas o, más bien, todas las cosas estaban en mí, las inanimadas y las animadas, la montaña, el gusano y toda cosa viviente. Todo el día permanecí en esta dichosa condición. 

Mr. Warrington también escribió un relato de la experiencia, avalando la verdad de los otros dos. Se enviaron copias de los tres relatos a Miss Dodge y a Lady Emily, con un pedido a esta última de que hiciera unas cuantas copias por medio de alguna persona de mucha confianza, puesto que eran estrictamente privadas. 

Ella optó por Rajagopal, que había aprendido mecanografía para esta tarea (2) . 

Después de una quincena tranquila, durante la cual Krishna continuó meditando todas las noches sentado bajo el pimentero, los extraños estados semiconscientes comenzaron otra vez el 3 de septiembre, pero esta vez ocurrían regularmente desde las 6,30 de la tarde hasta las 8,30 o nueve de la noche después de su meditación, y eran acompañados por dolores en la espina dorsal que, después de unos cuantos días, llegaron al paroxismo. 

Nitya registraba anotaciones diarias de la condición de Krishna, las que más tarde reunió para transformarlas en una (1) Una palabra del sánscrito usada aquí probablemente como «estado de trance». 

Una definición sencilla es: «El maravilloso proceso del Samadhi destruye la muerte, conduce a la felicidad eterna y conduce a la felicidad eterna y confiere la suprema Bendición de Brahman [Realidad]». (2) 

Los relatos de Nitya y Krishna se citan de las copias enviadas a Lady Emily, ahora en los AB. narración que envió a Mrs. Besant y Leadbeater (3) . 

El «ego» de Krishna, como Nitya lo denominaba, solía retirarse dejando el cuerpo a cargo del «elemental físico» (4) , el cual cargaba con el dolor de modo tal que Krishna no podía recordarlo cuando «regresaba». 

Las descripciones de la tortura física experimentada noche tras noche por los siguientes tres meses son desgarradoras. 

Nitya y Mr. Warrington, que estuvo allí todo el tiempo, no creían que tal dolor fuera posible. 

El «elemental físico» confundía a Rosalind -quien vino a la cabaña todas las noches mientras tuvo lugar lo que posteriormente se conoció como «el proceso»- con la madre muerta de Krishna. 

A veces Krishna tenía la sensación de que lo quemaban, y entonces quería correr afuera para sumergirse en el arroyo y había que sujetarlo a la fuerza, ya que podía desmayarse dondequiera que se encontrara y caer sobre su rostro con un «terrible estrépito». 

Por lo general, se acostaba en la semioscuridad en un colchón puesto sobre el piso para que no pudiera caerse le la cama. No podía tolerar demasiada luz. 

Nitya decía que era como observar a un hombre al que quemaban hasta morir. 

El dolor, que afectaba diferentes partes del cuerpo, llegaba en largos espasmos. 

Cuando había una leve calma pasajera, Krishna solía conversar con ciertos seres invisibles o con un ser que aparentemente venía todas las noches «para conducir las operaciones». Krishna se refería a esos seres como «Ellos». 

Al parecer, le daban indicaciones acerca de lo que iba a suceder, porque se le escuchó decir cosas como: «Oh, ¿así qué ésta será una mala noche? Muy bien, no me importa». 

Cuando el dolor se volvía más intenso, sollozaba y se retorcía y daba alaridos terribles, clamando a veces en voz alta por un respiro. 

El «elemental físico» solía decir entre sollozos: «Oh, por favor, por favor, no puedo más», y después se interrumpía y se escuchaba la voz de Krishna diciendo: «Todo está muy bien. Yo no quise decir eso, prosigan, por favor», o: «Ahora estoy preparado, continuemos». 

A las nueve, después del trabajo nocturno sobre su cuerpo, se sentaba con los otros y tomaba su leche (durante esas noches jamás cenaba), y ellos le contaban lo que había sucedido. Él los escuchaba como si hablaran de un extraño, y su interés en los sucesos era tan grande como el de ellos; para él todo era nuevo, puesto que su memoria no retenía nada de lo sucedido. En una de las peores noches dijo entre gemidos: «Oh, madre, ¿por qué me has engendrado para esto?». 

Imploró por un descanso de pocos minutos, y los demás le escucharon hablar con su madre o con «Ellos» diciendo con mucha certidumbre: «¡Sí, por supuesto!, puedo aguantar muchísimo más, no se preocupen por el cuerpo, no puedo impedir que llore», y a veces «Ellos» le decían algo a él y reían «de todo corazón». En cierta ocasión escucharon al «elemental físico» gritando: «¡Por favor, Krishna, regresa!». 

Si Krishna «regresaba», «el proceso» se detenía. Al parecer, todas las noches tenía que cumplirse cierta cantidad de trabajo sobre el cuerpo, y si en medio de ello había una interrupción, ésta ponía punto final al trabajo. 

El cuerpo de Krishna estaba cada vez más agotado y enflaquecido, y para los otros era una tensión tremenda tener que contemplar su sufrimiento. 

A principios de octubre, «Ellos» comenzaron a trabajar sobre sus ojos, una tortura más espantosa que nunca. 

Nitya escribió: «Ellos le dijeron esa noche que estaban limpiando sus ojos a fin de que pudiera permitírsele que lo viera a «Él».

Pero esa limpieza era un proceso terrible de presenciar. Le oímos decir: ‘Es como estar amarrado en el desierto, con el rostro vuelto hacia el sol deslumbrante y con los párpados cortados’».

 Una tarde, temprano, cuando Krishna venía de su baño para dirigirse a meditar bajo el pimentero antes del comienzo de las tareas nocturnas, dijo a los otros que esa noche iba a presentarse un «Gran Visitante» (ellos extendieron que no sería el Señor Maitreya, de quien se dijo que había estado allí una o dos veces). Krishna le pidió a Nitya que pusiera la pintura del Buda en su cuarto, al que volvería después de la meditación, por lo que a Nitya no le quedaron dudas de quién sería el «Gran Ser». 

El trabajo de esa noche pareció el más doloroso de los que el cuerpo de Krishna había soportado hasta entonces, pero también el más glorioso desde aquella primera noche de domingo en agosto bajo el pimentero, porque todos ellos sintieron que la «Gran Presencia» había venido por unos momentos. 

Después, cuando Nitya y Rosalind estaban con Krishna en su cuarto, Krishna comenzó a hablar a seres que ellos no podían ver. Aparentemente, el éxito del «trabajo» se hallaba asegurado y Ellos estaban felicitando a Krishna. 

Le escucharon decir: «No hay nada de qué felicitarme, ustedes hubieran hecho lo mismo». 

Cuando los que le felicitaban se fueron, Krishna, todavía inconsciente dijo: «Madre, todo será diferente ahora, después de esto la vida ya nunca será la misma para ninguno de nosotros. 

Le he visto, madre, y ahora ya nada importa». Pero éste no fue el final del sufrimiento físico de Krishna. 

«Ellos» comenzaron ahora a abrir algo en su cabeza, lo cual le ocasionaba «una tortura tan indescriptible» que gritaba continuamente: «¡Por favor, ciérrenlo, ciérrenlo!». Cuando el dolor se volvía insoportable, Ellos cerraban eso, pero un rato después volvían a abrirlo y el cuerpo comenzaba a gritar hasta que se desmayaba. Esto prosiguió por unos cuarenta minutos.

 Cuando finalmente (3) AA. Firmada por Nitya y fechada el 17 de febrero de 1923. Tomada de la copia del original por amable permiso de Mrs. Radha Burnier. Citada primariamente en Krishnamurti de Pupul Jayakar. 4 La parte del cuerpo que controla sus acciones instintivas y puramente físicas cuando la conciencia superior se ha retirado. 

Es un estado inferior, de evolución y necesita ser guiado. terminó, el cuerpo, para asombro de los demás empezó a hablar con la voz de un niño de unos cuatro años, rememorando incidentes de su infancia. «El proceso» continuó sin disminución todas las noches -excepto por unos cuantos días en que Krishna y Nitya estuvieron en Hollywood- hasta principios de diciembre, y cuando terminó, el niñito parloteaba por una hora o más con su madre (que él seguía confundiendo con Rosalind) acerca de sucesos de su infancia. Le contó sobre un duende locuaz que había sido su compañero de juegos, y de cómo había odiado ir a la escuela. Describió la muerte de su madre: «Él pensaba que ella estaba enferma, y cuando veía que el médico le daba la medicina, suplicaba a su madre: ‘No la tomes, madre, no la tomes, es una droga detestable y no va a hacerte ningún bien, por favor, no la tomes, el médico no sabe nada, es un hombre deshonesto’. Poco después, en un tono horrorizado, decía: ‘¿Por qué estás tan callada, madre, qué ha sucedido, por qué padre se cubre el rostro con su dhoti? Madre, respóndeme, madre’». 

Mientras «el proceso» continuaba cada noche, Krishna escribía en las mañanas, como relató a Lady Emily en una carta del 17 de septiembre, «un artículo de una naturaleza bastante curiosa. He escrito hasta ahora 23 páginas, absolutamente sin ayuda» (1) . Tanto Mrs. Besant como Leadbeater atribuyeron la experiencia de Krishna de los días 17-20 de agosto, al paso por la tercera iniciación, pero no podían encontrar ninguna explicación para «el proceso». 

Krishna mismo estaba convencido de que era algo por lo que tenía que pasar a fin de que su cuerpo estuviera preparado para la recepción del Señor Maitreya, y que no debía hacerse intento alguno de impedir o aliviar sus sufrimientos. 

Había un solo profesional médico que lo atendía en este estado, la Dra. Mary Rocke, una teósofa inglesa miembro de la Estrella a quien él conocía muy bien y en quien confiaba. Ella no pudo echar ninguna luz sobre las causas del «proceso» y sólo podía examinar a Krishna cuando éste recuperaba la conciencia. Si algún médico o psicólogo extraño hubiera entrado a la casa, Krishna lo hubiera advertido inmediatamente y no hay duda de que «el proceso» se habría detenido. ¿Qué era, entonces, «el proceso»? 

La explicación que dio Nitya en esa época y que fue adoptada por otros, era que se trataba del despertar del kundalini (llamado a veces el «fuego serpentino»), el cual se halla centrado en la base de la espina dorsal, y cuando se lo despierta mediante la práctica del verdadero yoga, libera una energía tremenda y poderes de clarividencia. 

Leadbeater discutió esto, escribiéndole a Mrs. Besant que él no había sufrido otra cosa que incomodidad cuando su kundalini fue despertado. 

Krishna no desarrolló, después del «proceso», poderes clarividentes mayores que los que había demostrado cuando era niño. De cualquier manera, «el proceso» continuó por demasiado tiempo como para que fuera válida la explicación del kundalini, De tiempo en tiempo, médicos, psicólogos y otros han hecho sugerencias acerca de lo que pudo haber sido aquello. Migrañas, histeria, epilepsia y esquizofrenia, todo ello fue sugerido. Nada de esto corresponde al caso. 

Muchos místicos, por supuesto, han tenido visiones y han escuchado voces, ¿pero alguna vez han estado tales cosas acompañadas de semejante agonía física? ¿Existe, acaso, alguna explicación física? ¿Está uno obligado a concluir que sólo puede haber una explicación mística? Lo que parece cierto es que, cualquier cosa que haya sucedido al cuerpo de Krishna en esos años y en los siguientes, hizo posible que él se convirtiera en canal para alguna fuerza o energía inmensa que fue la fuente de su posterior enseñanza. (1) Este artículo, un poema en prosa que alcanza unas 9.000 palabras, se publicó en el Herald, bajo el título de The Path (El Sendero) en tres partes, a partir de febrero de 1923. En 1981, se incluyó en Poems and Parables, J. Krishnamurti (Gollancz, Harper & Row, 1981).