domingo, 27 de diciembre de 2020

LO VIEJO Y LO NUEVO

 26.

 LO VIEJO Y LO NUEVO

 Pregunta: Cuando le escucho a usted, todo me parece claro y nuevo. En mi hogar, el viejo y sordo desasosiego se hace sentir. ¿Qué es lo que en mí anda mal?

 KRISHNAMURTI: ¿Qué es lo que efectivamente ocurre en nuestra vida? Hay constante reto y respuesta. Eso es la existencia, eso es la vida: constante provocación y respuesta. ¿No es así? El reto, siempre es nuevo, y la respuesta siempre es vieja. Lo encontré a usted ayer, y hoy viene usted a mí. Es diferente, ha cambiado, es un nuevo hombre. Pero yo tengo la imagen de usted tal cual era ayer. Absorbo, por lo tanto, lo nuevo en lo viejo. No me encuentro con usted de un modo nuevo, sino que tengo su imagen de ayer; de suerte que mi respuesta al reto presente es siempre condicionada. Aquí, por el momento, usted deja de ser brahmán, o cristiano, deja de ser casta superior, o lo que sea; se olvida de todo. No hace más que escuchar, absorto, tratando de descubrir. Mas cuando reasume su vida cotidiana, vuelve a ser usted lo que era: está de nuevo en su casta, su sistema, su empleo, su familia. Es decir, lo nuevo se ve siempre absorbido en lo viejo, en los viejos hábitos, costumbres, ideas, tradiciones, recuerdos. Lo nuevo nunca está presente, puesto que siempre hacéis frente a lo nuevo con lo viejo; el reto es nuevo, pero le hacéis frente con lo viejo. De modo que el problema, en este asunto, es éste: ¿cómo liberar el pensamiento de lo viejo, para que sea nuevo en todo momento? Cuando veis una flor, cuando veis un rostro, cuando veis el cielo, un árbol, una sonrisa, ¿cómo vais a hacerle frente de un modo nuevo? ¿Por qué no le hacemos frente de un modo nuevo? ¿Por qué es que lo pasado absorbe lo nuevo y lo modifica? ¿Por qué lo nuevo cesa cuando volvéis al hogar? Ahora bien, la vieja respuesta surge del pensador. ¿No es el pensador siempre lo viejo? Como vuestro pensamiento se basa en el pasado, cuando os encontráis con lo nuevo es el pensador quien le hace frente; es la experiencia de ayer que le hace frente. El pensador es siempre lo viejo. Volvemos, pues, al mismo problema de manera diferente: ¿cómo liberar la mente de sí mismo como pensador? ¿Cómo extirpar el recuerdo, no el recuerdo “factual” sino el recuerde psicológico, que es la acumulación de la experiencia? Porque, sin estar libre del residuo de la experiencia, no puede haber captación de lo nuevo. Ahora bien, el libertar el pensamiento, el estar libre del proceso de pensar y así hacer frente a lo nuevo, es arduo, ¿verdad? Porque todas nuestras creencias, todas nuestras tradiciones, todos nuestros métodos educativos, son un proceso de imitación, de copia, de “memorización”, de formar el receptáculo de la memoria. Esa memoria responde constantemente a lo nuevo; y a la respuesta de esa memoria llamamos “pensar”, y ese pensar hace frente a lo nuevo. ¿Cómo, pues, puede existir lo nuevo? Sólo cuando no hay residuo de la memoria puede haber lo nuevo, y hay residuo cuando la experiencia no está finalizada, concluida, terminada, es decir, cuando la comprensión de la experiencia es incompleta. Cuando la experiencia es completa, no hay residuo. Esa es la belleza de la vida. El amor no es residuo, el amor no es experiencia; es un estado de ser. El amor es enteramente nuevo. De suerte que nuestro problema es éste: ¿puede uno hacer frente a lo nuevo constantemente, aun en el hogar? Por cierto que sí. Para hacer eso hay que producir una revolución en el pensamiento, en el sentir, y sólo podéis ser libres cuando todo incidente es cabalmente pensado de instante en instante, cuando toda respuesta es plenamente comprendida, no mirada de un modo casual y luego desechada. Sólo se está libre de la acumulación de recuerdos cuando todo pensamiento, todo sentimiento, es completado, pensado cabalmente hasta el final. Es decir, cuando cada pensamiento y cada sentimiento es considerado acabadamente y concluye, hay un final; y entonces existe un intervalo entre ese final y el siguiente pensamiento. En ese intervalo de silencio hay renovación; la nueva “creatividad” se manifiesta. Ahora bien, esto no es teórico ni impracticable. Si tratáis de captar por completo todo pensamiento y sentimiento, descubriréis que eso es extraordinariamente práctico en vuestra vida diaria; pues entonces sois nuevos, y lo que es nuevo es eterno, perdurable. Lo nuevo es creador, y ser creador es ser feliz; y a un hombre feliz no le importa ser rico o pobre, ni a qué casta, clase social o país pertenece. No tiene dirigentes, ni dioses, ni templos, ni iglesias y por lo tanto tampoco tiene disputas ni enemistad. Ese, por cierto, es el modo más práctico de resolver nuestras dificultades en el presente caos mundial. Es porque no somos creadores en el sentido en que uso ese término, que somos tan antisociales en todos los diferentes niveles de vuestra conciencia. Para ser muy práctico y eficaz en nuestras relaciones sociales, en nuestras relaciones con todo, uno debe ser feliz; y no puede haber felicidad si no hay terminación, no puede haber felicidad si hay un constante proceso de llegar a ser algo. En el finalizar hay renovación, renacimiento, novedad, lozanía, júbilo. Pero lo nuevo es absorbido en lo viejo, y lo viejo destruye lo nuevo, mientras haya trasfondo, mientras el pensamiento condicione a la mente, al pensador. Para verse libre del trasfondo, de las influencias condicionantes, del recuerdo hay que estar libre de la continuidad; y hay continuidad mientras el pensamiento y el sentimiento no hayan terminado por completo. Usted completa un pensamiento cuando lo sigue hasta el final, poniendo con ello fin a todo pensamiento, a todo sentimiento. El amor, por cierto, no es hábito, memoria; el amor siempre es nuevo. Sólo puede haber captación de lo nuevo cuando la mente es nueva; y la mente no es nueva mientras haya el residuo de pasadas experiencias. La memoria es “factual” a la vez que psicológica. No me refiero a la memoria “factual” sino a la memoria psicológica. Mientras la experiencia no sea completamente comprendida; deja residuo, que es lo viejo, que es lo de ayer, la cosa del pasado; y el pasado está siempre absorbiendo lo nuevo, y por lo tanto destruyéndolo. Sólo cuando la mente está libre de lo viejo, hace frente a lo nuevo de un modo nuevo, y en eso hay júbilo. 

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