23.
LA MUERTE
Pregunta: ¿Qué relación existe entre la muerte y la vida?
KRISHNAMURTI: ¿Hay división entre vida y muerte? ¿Por qué consideramos la muerte como algo distinto de la vida? ¿Por qué tenemos miedo de la muerte? ¿Y por qué se han escrito tantos libros sobre la muerte? ¿Por qué existe esa línea de demarcación entre la vida y la muerte? ¿Y esa separación es real o meramente arbitraria, es decir, cosa de la mente? Cuando hablamos de la vida, entendemos el vivir como proceso de continuidad en el que hay identificación. “Yo” y “mi” casa, “yo” y “mi” esposa, “yo” y “mi” cuenta bancaria, “yo” y “mis” experiencias pasadas, eso es lo que entendemos por vida, ¿no es así? El vivir es un proceso de continuidad en la memoria, consciente tanto como inconsciente, con sus diversas luchas, reyertas, incidentes, experiencias, y lo demás. Todo eso es lo que llamamos vida; y en oposición a eso está la muerte, que pone fin a todo eso. Habiendo, pues, creado lo opuesto, que es la muerte, y temiéndole, procedemos a buscar qué relación existe entre la vida y la muerte; y si podemos llenar el vacío con alguna explicación, con una creencia en la continuidad, en el más allá, estamos satisfechos. Creemos en la reencarnación o en alguna otra forma de continuidad del pensamiento, y luego tratamos de establecer una relación entre lo conocido y lo desconocido. Procuramos tender un puente entre lo conocido y lo desconocido, y con ello tratamos de hallar la relación entre el pasado y el futuro. Eso es lo que hacemos -¿no es así?- cuando indagamos si existe relación entre la vida y la muerte. Deseamos saber cómo conectar el vivir y el terminar. Ese es nuestro pensamiento fundamental. Ahora bien: el final que es la muerte, ¿puede ser conocido mientras se vive? Es decir, si podemos conocer lo que es la muerte mientras estamos con vida, no habrá problema para nosotros. Es porque no podernos experimentar lo desconocido mientras vivimos, que tenemos miedo de lo desconocido. Nuestra lucha, pues, consiste en establecer una relación entre nosotros -que somos un resultado de lo conocido- y lo desconocido, que llamamos muerte. ¿Y puede haber una relación entre el pasado y algo que la mente no puede concebir, eso que llamamos muerte? ¿Por qué separamos ambas cosas? ¿No es porque nuestra mente sólo puede funcionar en la esfera de lo conocido, de lo continuo? Uno se conoce a sí mismo tan sólo como pensador, como actor con ciertos recuerdos de desdicha, de placer, de amor, de afecto, de diversas clases de experiencia; uno se conoce a sí mismo tan sólo como ente continuo, pues de otro modo no tendría recuerdo de sí mismo, de ser algo. Ahora bien: cuando ese “algo” llega a su término -lo que denominamos muerte- surge el temor de lo desconocido. Queremos, pues, atraer lo desconocido hacia lo conocido, y todo nuestro esfuerzo consiste en dar continuidad a lo desconocido. Es decir, no queremos conocer la vida, que incluya a la muerte; queremos saber cómo continuar y no llegar al fin. No deseamos saber de la vida y de la muerte sino tan sólo cómo continuar, sin finalizar. Lo que continúa no conoce renovación. Nada nuevo, nada creador, puede haber en aquello que tiene continuación. Esto es bastante obvio. Tan sólo cuando termina la continuidad existe una posibilidad de aquello que es siempre nuevo. Pero es esa terminación lo que nos infunde pavor, y no vemos que sólo en el terminar puede estar la renovación, lo creador, lo desconocido, no en llevar de un día para el otro nuestras experiencias, nuestros recuerdos, e infortunios. Es únicamente cuando morimos cada día para lo viejo, lo pasado, que lo nuevo puede surgir. Lo nuevo no puede estar donde hay continuidad, pues lo nuevo es lo creador, lo desconocido, lo eterno, Dios, o lo que os plazca. La persona, la entidad continua que busca lo real, lo eterno, jamás lo encontrará porque sólo puede encontrar lo que él proyecta de sí mismo; y eso que él proyecta no es lo real. Sólo terminando, muriendo, lo nuevo puede ser conocido; y el hombre que procura hallar relación entre la vida y la muerte, tender un puente entre lo que continúa y lo que él cree que hay más allá, vive en un mundo ficticio, ilusorio, que es una proyección de sí mismo. Ahora bien: ¿es posible morir en vida, es decir, terminar, ser como la nada? ¿Es posible, mientras uno vive en este mundo donde todo se va haciendo más y más, o se va haciendo menos y menos, donde todo es un proceso de ascender, de lograr, de alcanzar éxito, es posible en semejante mundo conocer la muerte? ¿Es posible terminar con todos los recuerdos, no con el recuerdo de los hechos, del camino a vuestra casa, y demás, sino con el apego interno a la seguridad psicológica mediante la memoria, terminar con los recuerdos que uno ha acumulado, almacenado, y en los que busca seguridad, felicidad? ¿Es posible poner fin a todo eso, es decir, morir diariamente para que mañana haya renovación? Sólo entonces se conoce la muerte en vida. Sólo en ese morir, en ese terminar, en ese poner fin a la continuidad, está la renovación, esa creación que es eterna.
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